Comprar como antes en el Mercadal de Reus

Llevarse un puñado de cerezas de alguna parada de frutas y verduras, acicalarse la barba o tentar a la suerte con el barquillero volvió a ser posible en la cita que recrea el mercado antiguo

03 junio 2023 20:44 | Actualizado a 03 junio 2023 20:57
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«Tenemos paradas de verduras, de chucherías, de embutidos, horchata y vermut, el quiosco... La gente puede comprar», explicaba la tarde de este sábado, frente al Ayuntamiento, el alcalde de Reus. No el de ahora, ni la que saldrá del 28M, sino «uno de antes», encarnado por el tesorero del Bravium, Antonio González.

La entidad, junto a los paradistas del Mercat Central y la Associació del Cavall de les Comarques de Tarragona desplegó una nueva edición del Mercat al Mercadal. La cita recrea los puntos de venta de alimentos que se ubicaban en la plaza a mediados del siglo pasado, antes de que se estrenara el actual Mercat Central, con personajes vestidos de la época y hasta una muestra de oficios.

El artesano de la madera, escultor y joyero Goro tallaba la imagen de una mujer en madera de tilo en medio del bullicio. «En un par de semanas, ya la tendré lista», explicaba. A su alrededor, colchoneros, tejedoras, cañiceros y vidrieros se esmeraban en la elaboración de sus productos «como se hacía antiguamente» y bajo la mirada atenta de los visitantes.

«Jaume Amenós, que ya no está, me conoció y me pidió que viniera. Me preocupé de traer a algunos compañeros y no faltamos», recordaba Goro. Al fondo, un reclamo promocionaba ‘mantecaus a quatre rals’ y un puñado de cerezas en cucurucho de papel salía a euro en alguna de las concurridísimas paradas de frutas.

Pero, sin duda, una de las estrellas del Mercat al Mercadal era el barquillero. «En aquellos tiempos, había una ruleta en la que uno apostaba por un número, la ruleta rodaba y, si tocaba ese número, se llevaba el barquillo», apuntaba Manel Gascó, que esta tarde repartía generosamente esos dulces entre los niños y recordaba que «yo esto todavía llegué a verlo, pero de muy pequeño».

Y Maria Cinta Barberà, quiosquera por un día, contaba que «en el Mercadal había una estructura grande donde se vendían periódicos y postales y, luego, la quitaron. Los últimos que llevaron aquello fueron un matrimonio».

En su salsa estaba Ildefons Vidal, presidente de los paradistas del Mercat Central, que cambió la pesca salada por huevos y embutidos. «Vendemos como lo hacían nuestros predecesores, adaptándonos con productos que la gente se pueda llevar fácilmente, y hay movimiento», señalaba. El doctor, el barbero y alguna «mujer de la vida» buscando negocio acabaron de ambientar el mercado, que regresa una vez al año desde hace ya más de 20.

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