Una red de vecinas planta cara a la violencia machista

Sociedad. Se pone en marcha por primera vez en la ciudad una red de voluntarias para acompañar a víctimas de malos tratos

16 septiembre 2021 05:30 | Actualizado a 16 septiembre 2021 11:53
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«La idea es tener a alguien al lado, que no sientas que estás sola en el mundo», resume Pepa, que acaba de realizar la formación como voluntaria del proyecto ‘Veïnes x Veïnes’. La esencia del mismo es crear una red de mujeres que acompañan a otras mujeres en esos procesos por los que suele pasar una víctima de violencia de género, como ir con ellas a los juzgados, a sedes policiales, a visitas con abogados, a la escuela de los niños, a servicios sociales, a hacer trámites administrativos, a buscar las cosas en la casa de la expareja...

El proyecto lleva trece años funcionando en Barcelona a cargo de la fundación sin ánimo de lucro Hèlia Dones. Aquí en Tarragona ha comenzado este año la formación de voluntarias de la mano de la cooperativa Combintas con la colaboración de Hèlia. Ya son catorce voluntarias pero, como explica Laura Recasens, impulsora de la red, hacen falta más.

Recasens, implicada en otros proyectos de defensa de los derechos de las mujeres y socia de Combinats, explica que ahora están explicando a todas las administraciones y servicios en qué consiste la red para que detecten y deriven a las mujeres que se pueden beneficiar de este tipo de apoyo. La idea es darlo a conocer, entre otros, a los cuerpos de seguridad, centros de atención primaria, servicios sociales y al SIAD (Servei d’Informació i Atenció a les Dones) del Ayuntamiento de Tarragona, que les ha brindado su apoyo.

Las voluntarias reciben formación específica sobre violencia de género, legislación y protocolos de acompañamiento. La idea es situarse al lado «de igual a igual, sin intervenir, ni revictimizar. En estas circunstancias hace mucho que te acompañe alguien que te cree y que no te juzga», apunta.

Sororidad en toda regla

Y es que, explica Recasens, una de las pautas que se da en la violencia machista es el aislamiento de las víctimas, así que «el proyecto trata de empoderarlas. Es sororidad (solidaridad entre mujeres) en toda regla», asegura.

Cuando hace falta un acompañamiento se indica por el grupo de Whatsapp de la red y se asigna una voluntaria. Ella y la mujer quedan media hora antes del acompañamiento y, después, la red hace seguimiento de cómo ha ido.

Entre quienes ya se han ofrecido como voluntarias hay edades y perfiles diversos, pero de momento tienen en común que muchas ya trabajan con mujeres en diferentes ámbitos, como Pepa, la voluntaria del principio, que trabaja en un servicio de acogida para víctimas de violencia machista. Se apuntó porque «veo cada día que hace mucha falta. Desde las instituciones se llega donde se puede, pero en la calle están ellas solas».

Ariadna, otra de las voluntarias, también ha participado en comisiones de género en varias entidades, pero explica que quiso dar el paso a involucrarse en un proyecto sobre el terreno porque cree que estar acompañados en momentos de vulnerabilidad «nos reconforta a todos».

Recasens insiste en que no se trata de una intervención profesional, no son psicólogas, pero desde el punto de vista práctico tienen un papel de apoyo emocional que se agradece. «Nuestro kit de acompañamiento básico es un paquete de Kleenex, agua y unas galletas», ejemplifica.

Eso sí, además de formación, las voluntarias cuentan con documentos que las acreditan para poder acompañar en distintos espacios y tienen un seguro de responsabilidad civil.

«Es un proyecto comunitario, partimos de la base de que se necesita la sociedad para cambiar las cosas», termina Recasens.

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