Cuando la clase se convierte en un meme
Escuela en casa. Las videollamadas dejan todo tipo de situaciones insólitas y han obligado a crear unas nuevas normas de conducta online

Imagen de un profesor suizo que coloca
Menos mal que poco a poco han ido entendiéndolo, pero al principio tuvimos que decir a algunos alumnos que no podían hacer clases desde la cama. Yo pensaba para mis adentros: ‘por lo menos siéntate’. Pero luego te das cuenta de que esto de las videollamadas es nuevo para todos; incluso a algún político le han pillado en pijama», reflexiona una profesora de instituto. Ella misma recuerda que estaba algo nerviosa en su primera clase on line. Había preparado una pizarra que tenía precariamente apoyada en una escalera y que, por supuesto, se cayó. El estrépito fue importante y como desapareció un momento de plano, «los chicos no hacían más que preguntar: ‘Seño: ¿está bien?».
Y es que las clases online (para los alumnos que las tienen, porque algunos todavía no pueden conectarse y otros tienen profesores que prefieren otras vías) se han convertido en fuente inagotable de situaciones insólitas; unas más risibles que otras. La casuística es enorme y ha obligado, incluso, a que algunos institutos hayan hecho llegar a sus alumnos una especie de manual de comportamiento online. Otros lo están incorporando a las normas de centro con las que las familias tienen que comprometerse cuando matriculan a sus hijos.
La profesora en cuestión, con muchos años de experiencia, reconoce que en las clases online se reproducen algunas de las situaciones de la clase presencial. Los alumnos que se sientan detrás, esos que de normal no están muy dispuestos, «son los primeros que tienen la cámara apagada porque se supone que no les funciona pero luego, inexplicablemente, resulta que sí». Reconoce, eso sí, que situaciones hay de todo tipo. «Creo que también puede haber alumnos que no quieren que se vea su casa, el contexto en que viven».
Así, los fondos ficticios están a la orden del día «tengo una alumna que un día aparece con un fondo de Breaking Bad y otro con la tabla periódica. Hay muchos con bibliotecas. Me pregunto si todos serán de verdad», relata.
Predicado tus muertos
Los cuchicheos en clase también se han transformado por culpa de los micrófonos traicioneros, como corrobora otra profesora. «Se les olvida que si no silencian el micrófono escuchas lo que antes decían bajo cuerda».
La máxima expresión es ‘predicado tus muertos’ el meme por excelencia de las clases online confinadas. Se trata de la expresión que pilló al vuelo una profesora de lengua y que se hizo viral.
A veces el sabotaje cuenta con secuaces externos. Al menos en dos institutos de Tarragona se ha dado la circunstancia de que un alumno envía la contraseña de la clase a alguien ajeno que entra, hace comentarios desafortunados, y se larga sin que exista manera de ponerle cara.
Pero no solo los micrófonos son indiscretos. Una profesora de lengua explica como pilló in fraganti a una alumna seleccionando y copiando un ejercicio de sintaxis de un compañero. «Yo lo estaba viendo porque lo habían compartido en el Google Drive», recuerda.
Así pues, aunque en la distancia, también hay llamadas de atención y a alguno le han sacado de clase. Aunque como explica una alumna: «a los profes también se les olvida que cuando se enfadan podemos bajarles el volumen».
La adolescente reconoce que ha vivido situaciones en las que cuesta contener la risa «el otro día el profe de mates le dijo a un compañero que dejara de comerse los cereales en clase, que sino se los iba a quitar ¡A quitar!», recuerda.
Los profes también han tenido que sortear no pocas situaciones, trabajando como pueden, con sus propios equipos y desde sus casas. La joven reconoce que «el otro día una profe nos estaba dando clases y se escuchaban unos niños llorando de fondo. Resulta que se le estaba quemando la cocina. Ahora me da risa, pero nos asustamos», reconoce.
También hay profesores que se silencian a sí mismos sin querer o que se equivocan en una letra y aparecen en la clase virtual de otro. Además, tanto alumnos como docentes están expuestos a familiares que aparecen por detrás cantando, bailando, chillando; mascotas que se atraviesan...
Lo que no da risa en absoluto son los abusones de turno que aprovechan las videoconferencias para burlarse del compañero, pero eso merece un capítulo aparte. «Hemos aprendido mucho... Y lo que nos queda», reconoce la profesora de los alumnos en pijama.