Devoción marinera en El Serrallo

El barrio de pescadores de Tarragona rinde homenaje a su patrona entre emoción y un ambiente festivo

17 julio 2019 11:20 | Actualizado a 17 julio 2019 16:37
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Sentimiento, devoción, emoción sostenida, pero también tradición y fiesta. Un año más, el barrio del Serrallo rindió homenaje a su patrona, entre peticiones y deseos, promesas y agradecimientos. 

Una respetuosa alfombra de papel esperaba a los pies de las escaleras de la iglesia de Sant Pere la salida de la Mare de Déu del Carme. Una alfombra que representaba a la Verge entre las olas, protectora de pescadores, esos hombres curtidos que cada madrugada se echan a la mar. Una alfombra que transmitía todo el amor de unas manos expertas y cuidadosas en su elaboración. Rodeándola, entre los cientos de personas que no se querían perder detalle, los serrallenses de toda la vida se mezclaban con visitantes y turistas que inmortalizaban el momento.

Timbalers, la Colla Xiquets del Serrallo, la Colla Gegantera del Serrallo y remeros del Reial Club Nàutic de Tarragona recibieron entre expectación a la Mare de Déu, seguida de las autoridades. Momento solemne. Antes, no obstante, el párroco agradeció la presencia del arzobispo de Tarragona, Joan Planellas, «que se estrena aquí en el Serrallo y le damos la más cordial bienvenida a nuestra parroquia y al barrio». 

Menos de media docena de barcas salieron en procesión mar adentro. Y un año más también se quedaron en tierra gegants y castellers, que antaño sí la acompañaban por aguas del puerto. Tradición que ahora cuestiones burocráticas y de seguros lo impiden. 

Jordi Pla, cap de colla de la Colla Gegantera, apuntó que «hace 29 años que recibimos a la Verge con los gegants Pere y Carme». Por su parte, David Borràs, serrallense y cocap de colla dels Xiquets del Serrallo destacó la tradición de ofrecerle «los dos pilares a la entrada y a la salida del templo», a pesar de que lo que realmente les gustaría es hacerle el pilar a la Verge en el mar. No obstante, a su regreso, «se le hace la reverencia, como hacen los pescadores cada día cuando vuelven con el pescado». Es, como manifestó, «una reverencia a la tradición, al barrio y para que la Verge nos dé suerte todo el año».

El que sí acompañó a la Mare de Déu fue Josep Papió, devoto pescador de 85 años, que desde los nueve años se echa a la mar prácticamente todos los días, «a vela y a remo». Con su barca de madera, la Serafí, Josep salió ayer un tramo con su particular imagen, una Verge de no más de 15 centímetros que viaja con él y la Serafí desde hace tres décadas.

«Salgo cada día que puedo, cuando hace bueno». Josep le hizo los honores a la patrona y después volvió a puerto a disfrutar de la fiesta con su familia. Josep le pide a su patrona y le promete, a partes iguales.

Y es un día en el que no puede dejar de llorar por la emoción. De igual manera le ocurre a Pepi Andrade, quien no consiguió reprimir las lágrimas. «Se me ponen los pelos de punta. Me emociono», manifestó. Pepi esperaba el regreso de la Verge junto con sus amigas, todas de Sant Salvador, en el recogimiento y la calma del interior del templo. «Venimos desde hace casi diez años», aseguraron. 

Ya a su regreso y tras recorrer el barrio, la entrada de rodillas a la iglesia fue el momento más solemne de la velada, que silenció a muchos de los presentes.

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