'Pagaríamos por unos pipicanes en condiciones' en Tarragona

La falta de mantenimiento y el incivismo de quienes no recogen los excrementos se ceban con estos equipamientos. Un grupo de abogados denuncia que no cumplen la normativa 

14 diciembre 2018 08:43 | Actualizado a 02 enero 2019 12:15
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Doce del mediodía en el pipicán del Parc de la Ciutat, uno de los más grandes de Tarragona. Mercè Català y Marta Andreu se dan cita aquí, como cada día, con sus perros. Llevan el imprescindible periódico sin el que sería imposible sentarse en los bancos repletos de excrementos de pájaros. «Hemos perdido la cuenta de cuánto hace que no limpian», dicen. 

Y aunque la limpieza es su mayor preocupación, la lista de quejas es larga: «la verja es pequeña y algún perro grande ha saltado»; «el agua de la fuente se queda embozada»; «no hay un cartel con las normas», «hay agujeros que se llenan de agua cuando llueve y una señora se rompió un pie al caer»; «las moreras están sin podar»... 

Sin embargo, justo este pipicán debe ser el que cuenta con la comunidad de usuarios más organizada. Se lo deben en parte a Antonio Román, un vecino que trae herramientas de casa para reparar los desperfectos. Él ha reparado las papeleras y les ha colocado agarraderos; también ha arreglado el cierre de las puertas, el grifo del bebedero y hasta compró una manguera para limpiar y regar la tierra en verano. 

El resto también se organiza trayendo garrafas de agua cuando el bebedero falla o advierten a los dueños que se hacen los desentendidos de que no pueden dejar las cacas sin recoger. Català resume: «Nosotros pagaríamos por un pipicán en condiciones».

Encontrar las diferencias
Este es uno de los trece pipicanes que hay en la ciudad. Nos dedicamos a visitar siete de ellos después del reto que lanzara la Associació d’Advocats en Defensa Animal de Tarragona, ADAT, en sus redes sociales. Invitaban a «encontrar las diferencias entre lo que establece la normativa del propio ayuntamiento y el estado de los pipicanes actuales». 

La ordenanza establece, por ejemplo, que debe haber un panel informando de las normas de uso del parque y donde se indique un teléfono para comunicar incidencias. Este cartel con las normas no lo encontramos en ninguno de los parques visitados. En la mayoría sólo se hace énfasis en la obligatoriedad de recoger la heces y las sanciones que se pueden imponer a quienes no cumplen. La información, además, no es uniforme, en unos se habla de una posible multa de 100 y en otros de 300 euros.

Parques «enanos» o sin verja
Uno de los aspectos que sí recoge la ordenanza es la obligatoriedad de mantener cerrada la puerta del recinto. Pero, ¿y si no hay ni verja ni puerta? Es justo lo que pasa en el pipicán que está detrás de la piscina municipal de El Serrallo, un trozo de tierra sin más equipamientos que un cartel. 

Desde ADAT advierten que tanto en este caso como en el de Sant Pere i Sant Pau, «que llevan 10 años sin valla o nunca la han tenido», el Ayuntamiento incumple su propia ordenanza que dicta que se debe garantizar la seguridad del animal. Además, aseguran, en los que sí hay verjas, estas tampoco son seguras porque «tienen una altura insuficiente que cualquier perro puede saltar con facilidad». 

Señalan además que estos espacios «no cuentan con doble puerta de seguridad para evitar huidas o altercados... Podríamos resumirlos como una especie de corrales con lo mínimo e imprescindible y con una falta total de enriquecimiento ambiental como sí sucede en otros municipios cercanos. Cualquier ciudadano que los haya visitado se habrá encontrado con instalaciones con un deficiente o nulo mantenimiento con el riesgo que puede suponer para los animales y sus dueños». Opinan que  «el Ayuntamiento, además de exigir el escrupuloso cumplimiento de la Ordenanza de Animales de Tarragona a sus ciudadanos, debería ser el primero en cumplirla, aunque vemos que no es así». 

Siguiendo con el recorrido, nos encontramos con otro espacio que apenas tiene uso: el del Parc de la Reconciliació, al lado de la Casa de la Festa. Aquí hay dos carteles de la nueva campaña de concienciación del Ayuntamiento, mucho más agradables a la vista, pero la puerta no cierra y el espacio es mínimo (ver la foto). Aura Martínez, quien pasea con su perro a pocos metros, dice que no se le ocurriría meterlo allí porque el espacio «es enano». Dos indigentes, instalados a pocos metros, nos confirman que prácticamente nadie le da uso. 

Otro de los parques casi inutilizados ya no sólo por su tamaño, sino por la suciedad, es el que se encuentra en la calle Doctor Zamenhoff. El olor es nauseabundo. Nerea Rodríguez se queda con su perra en la parte de tierra que está fuera. Ya no entra con el animal «porque es tan pequeño que se agobia» pero sobre todo porque se enfermó y cogió gusanos después de estar aquí «el veterinario me salió caro», se queja. Explica que uno de los problemas es que aquí no sólo hay excrementos de animales, sino también de humanos que aprovechan lo apartado de la zona para hacer, sus necesidades. 

En el Camp de Mart encontramos más dueños con mascotas fuera que dentro del pipicán. En el equipamiento la escena se repite: abundan los excrementos, se acumulan las hojas, los bancos están sucios... En el de Campclar la limpieza de nuevo es el fallo aunque, sorprendentemente, hay un elemento que no encontramos antes en el recorrido: bolsas para recoger los excrementos. 

Las mejores condiciones las encontramos, sin duda, en el del barrio de l’Arrabassada. Algún usuario ha dejado en el sitio una escoba y un recogedor, lo que seguramente anima a otros a recoger las heces. Un usuario explica que aquí vienen dueños de otras partes de la ciudad porque está sombreado y bien mantenido.

Limpieza tres veces a la semana
Desde el Ayuntamiento de Tarragona aclaran que el mantenimiento de estos espacios se realiza al mismo tiempo que el resto de los parques «porque forman parte de ellos». Aseguran que se limpian tres veces a la semana, pero que los dueños deben ser conscientes y recoger los excrementos.
A la pregunta de si hay planes para mejorar o ampliar la red de estos equipamientos, señalan que el último que se mejoró fue el del Parc de la Ciutat, que se desplazó de sitio frente a las quejas de los vecinos por los malos olores. 

En lo que se refiere al pipicán sin valla de El Serrallo, señalan que «es un sitio problemático, la valla la quitan cada vez que el Ayuntamiento la coloca porque es uno de los espacios que sufre más vandalismo».

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