Un duelo de ‘Joc de Cartes’ indigesto en Tarragona

Deplorable imagen fue la que se llevó la ciudad con la emisión del programa de 3Cat sobre las cocinas tradicional y creativa de Tarragona. La polémica se centró más en las reglas del juego que en la calidad de los establecimientos

09 enero 2024 13:43 | Actualizado a 09 enero 2024 22:48
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Este miércoles se cumple una semana de la emisión en 3Cat que el programa ‘Joc de Cartes’ dedicaba a la cocina tradicional y la cocina creativa de Tarragona ciudad.

Lo que podía haber sido una buena plataforma de lanzamiento para cuatro establecimientos hosteleros de la ciudad terminó con un baño de sangre televisivo, un regalo de Reyes envenenado y haciendo buenos los cuchillos del logo del programa.

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Un capítulo que, lanzado en prime time a la televisión (si es que este concepto sigue teniendo vigencia en la era de las plataformas streaming), consiguió una audiencia de 341.000 espectadores y un 19,7% de cuota de pantalla. Para seguir con los anglicismos técnicos: no siga leyendo si no quiere un spoiler.

‘Joc de Cartes’ vendió el capítulo como el duelo definitivo entre las cocinas tradicional y creativa que, a su juicio, parece que conviven en Tarragona.

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La realidad que se vio en pantalla y la imagen que se llevaron los espectadores fue otra, mucho más decepcionante. En ese programa participaron cuatro establecimientos tarraconenses: El Rincón de Ani (de Sant Pere i Sant Pau), el Octopussy y el El Crank (del Serrallo) y el ganador del capítulo, Casa Bartra (de l’Arrabassada). La disputa fue, en realidad, una polémica entre los dos restaurantes tradicionales peleados y unos supuestos restaurantes creativos que no mostraron su mejor cara.

«La culpa no es de los establecimientos sino del programa, que busca la polémica»

Ya desde el principio los restauradores y el relaciones públicas se mostraron con ganas de enseñar los dientes pero las críticas, más que a la calidad de la comida, el servicio o al espacio, fueron a elementos ridículos.

Los restaurantes de cocina tradicional se embarcaron en una discusión casi absurda sobre la procedencia de los alimentos (en la que ninguno de ellos podía fardar del todo) mientras que los establecimientos considerados ‘creativos’ perdieron por incomparecencia al ser, uno, de fusión peruano-japonesa, y el otro, de comida tradicional, en palabras de una de los concursantes La controversia esperpéntica llegó con la duda del responsable del Octopussy, al que acusaban de estar allí sólo por el programa, lo cual le daría una clara ventaja.

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Pero la culpa no fue de los establecimientos, que al fin y al cabo, venían a un programa de competición en el que el ganador se llevaba la jugosa cantidad de 5.000 euros.

Los restaurantes y restauradores se vieron inmersos en este juego televisivo en el que lo único que importa es la audiencia y la polémica. La culpa es del programa.

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Ya lo decía el presentador del programa, Marc Ribas: «Cuando en ‘Joc de Cartes’ alguien hace un invento, le sale mal». Y tenía razón porqué al final, lo menos importante fue el ganador, ya que la imagen que se difundió de los propios establecimientos fue deplorable. Un juego muy sucio en el que sólo ellos quedan mal parados, como se vio en las críticas recibidas en las redes sociales el día de la emisión.

Quizá por esto empieza a ser tan difícil encontrar restaurantes que quieran jugar el juego que hay que inventarse la categoría de duelo de cocinas para que salga a cuenta. Porque al programa le importa un pimiento, jugando con el paralelismo gastronómico, la mala publicidad que se lleve el negocio que ha costado tanto trabajo levantar.

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