Un lunes de Pascua esta vez con la burbuja

La afluencia a parques y espacios naturales fue mucho menor a la de los lunes de Pascua previos a la pandemia

06 abril 2021 11:05 | Actualizado a 06 abril 2021 11:12
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Es una constante los fines de semana y festivos desde la desescalada: el parking del Pont del Diable ayer a mediodía se encontraba a reventar, con vehículos dando vueltas y otros más aparcando en cualquier vericueto del monte. 

Siendo lunes de Pascua y después de un año en que el confinamiento impidió a las familias reunirse, todo hacía presagiar que habían vuelto los tiempos en que no quedaba un hueco libre para   ir a comer la mona.

Pero nada más lejos de la realidad. Efectivamente había mucha gente, pero la mayoría estaba de paseo. Dos familias que ya se encontraban de retirada comentaban que este año habían cambiado los planes: «Este año hemos quedado para dar un paseo, sin quitarnos la mascarilla, y ahora nos vamos cada uno a su casa a comernos la mona».
La imagen distaba mucho de la de los años previos a la pandemia. Si antes la más mínima sombra estaba competidísima, ayer, a las 13.30 apenas contamos a nueve grupos entre la zona de picnic y otros espacios. 

Y es que, con las normas del Procicat en la mano, la costumbre de comerse la mona al aire libre con la familia extendida y amigos (como antes de la pandemia) no estaba permitida. Por una parte sigue en vigor la restricción de no reunir a más de seis personas y, por otra, está prohibido comer o beber en espacios públicos. 

Así, cada quien improvisó su fórmula. La familia Ruiz, por ejemplo, se colocó sobre una manta en un lugar bien apartado. Cuentan que en otro año se habrían juntado tíos y primos, pero esta vez sólo estaba la burbuja: los padres y los niños. Nada era igual: «Encima cuando hemos llegado aquí nos hemos dado cuenta de que se nos había quedado la mona en casa», explicaba la madre.

Encontramos a otra familia con niños pequeños, los Batalla Garachana. Estos sí que tienen monas pero están cansados de fotos. Entre las que les han hecho sus padres y tíos, las del fotógrafo de otro diario y una entrevista para la televisión los niños ya han cubierto su dosis de fama para un tiempo. Con todo, al final se prestan a hacerse las fotos con las primorosas monas caseras que ha hecho la familia.

Para muchos era la primera vez que venían a comer la mona al Pont del Diable, mientras que los habituales señalaban que la imagen no se parecía ni de lejos a las monas de antes de la pandemia.

Mesas vacías en el Francolí

Otro de los sitios clásicos para ir a degustar la mona en Tarragona es la zona de picnic del Parc del Francolí, aunque aquí la afluencia también era bien diferente de la de otros años. De hecho, había quien no se podía creer que a la  hora de comer y con el buen tiempo que hacía (19º) todavía hubiera dos mesas libres. En otros años la lucha por las mesas comenzaba casi al amanecer.

Los Martín-Fernández –la madre, el padre y la niña– contaban que se estaban respetando mucho las distancias. «Está muy vacío si comparas con otros años, hay miedo», señalaban. Mientras, la niña insistía en preguntar por qué esta vez no podían venir sus amigas del colegio.

Aunque había algunas mesas donde se juntaban más de las seis personas permitidas, explicaban que por allí no había pasado ninguna autoridad a recordarles las restricciones sanitarias.

Un caso peculiar era el de un grupo de amigas jubiladas que se juntan «cada día, sin falta» para ir a caminar. Ayer hicieron una excepción y cada una se trajo su comida de casa, incluida la porción de mona. Se lamentaban de que en días así era todavía más notorio que el chiringuito del parque no ha vuelto a abrir.

Playas sin aglomeraciones

Aunque no es lo más ortodoxo, en años anteriores también podía verse cómo algunas familias se llevaban la mona a la playa. Ayer, no obstante, aunque la temperatura invitaba a darse un baño, la afluencia a las playas era menor a la del resto de la Semana Santa. En el Miracle, por ejemplo, no había ningún problema para cumplir las distancias de seguridad.

Los reusenses se van a la costa

Tradicionalmente, los reusenses que iban a comer la mona al aire libre apostaban por zonas verdes cercanas a la ciudad, como el Passeig de la Boca de la Mina –ahora en obras– o por pequeños municipios cercanos a la ciudad. 

Esta vez, con las restricciones anticovid, muchos tomaron conciencia de que todavía no se permite comer en la calle y, por lo tanto, no se pueden hacer picnics. Es por ello que, ayer, las apuestas pasaron más bien por dirigirse a masos de amigos o familiares para poder, por una parte, disfrutar de la tradición y, por otra, también del aire libre. 

Este es el caso de Marta y su familia, que pasaron el día en el mas que tienen en La Selva del Camp y, así, celebraron la primera mona de su sobrino, nacido recientemente. 
Por otro lado, muchos también optaron por dirigirse a los municipios de costa y disfrutar del mar y el buen tiempo que hacía ayer para, posteriormente, ir a comer a restaurantes de la zona y sacar de postre la mona. Entre ellos, muchos reusenses y vecinos de pueblos del Baix Camp, con estrecha relación con los municipios costeros, pero también había gente de más lejos, como Gerard, Emma, Èlia y Martina, de Igualada, que decidieron pasar el día en Mont-roig y comer su mona en el camping Miramar. 

Seguir la tradición en La Llosa

Cerca de 150 personas repartidas en 25 mesas o toallas extendidas en el césped se comieron ayer la Mona en la zona verde de La Llosa, en Cambrils. Lo hicieron de forma consciente, manteniendo la distancia de grupos burbuja a pesar de ser integrantes de la misma familia. De esta forma, la tradición permitió disfrutar del Lunes de Pascua sin vulnerar demasiado las restricciones del Procicat.

Una de las familias que acudió a la cita anual (solo en 2020 se rompió la tradición por el Estado de Alarma) fue la familia Ortega Messeguer. Padres, hijos y nietos se citaron en Cambrils para disfrutar del día de fiesta respetando la distancia, el uso de mascarilla y evitando que los grupos burbuja se mezclaran para impedir cualquier riesgo con la Covid-19.

Antes de citarse en Cambrils, la familia preguntó a la Policía Local sobre si podían acudir a la cita tradicional y desde el cuerpo de seguridad local no se les puso ninguna traba.

Aunque las policías locales estos días han intentado evitar que haya aglomeraciones, y a esa tarea se encomendaron ayer, lo cierto es que quienes estuvieron en Cambrils disfrutaron del día y del ágape sin que tuvieran que preocuparse de la vigilancia policial.

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