«Venimos a cambiar las cosas, no nos vamos a esconder»

Para unos es la primera fiesta del orgullo de sus vidas, para otros una reivindicación histórica. Una 500 personas de todas las edades se manifiestan por las calles de la ciudad para visibilizar al colectivo LGTBIQ+

28 junio 2022 21:41 | Actualizado a 28 junio 2022 21:41
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Para Irene, Kay y muchas de sus amigas (Todas tienen 17 y 18 años) esta es la primera fiesta del Orgullo LGTBIQ+ de sus vidas. Basta pasar cinco minutos con ellas para recibir un baño de realidad: las cosas están cambiando, pero no tanto. Cuentan que entre las personas de su generación suelen sentirse libres de expresar su orientación sexual, pero con los adultos no es tan fácil. «Muchos dicen que apoyan al colectivo, pero si es su hijo no. Ni siquiera se dan cuenta de todo lo que tienen interiorizado... Te dicen que es solo una moda, que es para llamar la atención... Pero nuestra generación viene a cambiar las cosas, no nos vamos a esconder».

El suyo era uno de los grupos de adolescentes que se estrenaban ayer en la reivindicación; igual Eva, Ester y Candela, de 15 años, que decían sentirse respetadas aunque de vez en cuando tienen que soportar un comentario «supuestamente gracioso».

Y es que esa ha sido una de las peculiaridades de la manifestación que ha reunido a unas 500 personas esta tarde y en la que igual han podido verse desde unas cabecitas infantiles y una pancarta que decía: «La infancia trans existe», hasta personas que pintan canas, como la concejal de Feminismes i LGBTIQ+ del Ayuntamiento, Cinta Pastó, quien recuerda que después de los hechos del 69 Stonewall en Nueva York «en Barcelona hubo movida, pero aquí en Tarragona también... Tenemos personas del colectivo que estaban entonces y que ahora tienen ochenta y tantos... Esto no es Chueca, pero aquí estamos, con ganas y con orgullo».

A la manifestación se hansumado, además, miembros de la URV que por primera vez celebraba el orgullo de manera institucional.

Pero pese a que hay ambiente de fiesta, Sai y Victoria apuntan que hay mucho por lo que seguir manifestándose, «hasta que no haya agresiones». Justamente el Observatori contra l’Homofòbia (OCH) anunciaba esta semana que el año pasado contabilizó 284 incidencias LGTBIfóbicas (14 de ellas en el Camp de Tarragona), lo que supone un 50,3% más que en 2020.

Previa a la marcha de la tarde, a mediodía, se realizaba en el Ayuntamiento la lectura del manifiesto institucional a cargo de la activista Marina Sendra Kastman. El texto resumía mucho del sentir de los que ayer salían a la calle. «El derecho a andar por la calle sin miedo, sin recibir insultos ni sufrir agresiones por ser quién somos o por ir cogidos de la mano de nuestra pareja. El derecho a que nuestro puesto de trabajo sea un espacio seguro, sin que nuestra orientación sexual sea motivo de discriminación. El derecho a expresarnos y mostrarnos tal como somos en el ámbito familiar, educativo o en los espacios de ocio... Todos estos derechos no han venido dados para todas las personas; los colectivos LGBTI+ hemos tenido que luchar durante décadas para conseguirlos». Ya lo decía la pancarta que encabezaba la marcha, todo esto va del «Derecho a ser».

La Universitat Rovira i Virgili celebró ayer por primera vez el día del orgullo LGTBIQ+. La jornada comenzó con un acto simbólico, en el rectorado donde el rector, Josep Pallarès, izó la bandera arcoiris. La lectura del manifiesto, impulsado por la Xarxa d’Universitats per la Diversitat, estuvo a cargo del estudiante de Trabajo Social Xavier Aguilar.

También hubo un momento para la reflexión con el debate abierto «Experiencias y visibilidades en la URV» organizado por la organización URVisibles y el comisionado de Igualdad i Diversidades, Victor Merino. Justamente Merino dio con uno de los aspectos más citados por distintos participantes: la falta de referentes.

Por su parte Oriol Ríos, profesor del Departament de Pedagogia apuntaba que un porcentaje importante de estudiantes no sale del armario, según se observa en las encuestas. «Por eso es una asignatura pendiente. Estamos en un momento históricamente muy relevante y necesitamos que la Universidad dé un paso adelante».

También coincidieron los participantes en la necesidad de que la universidad se ajuste a los tiempos pero que, sobre todo, los conocimientos que genera, también en estos temas, permeen a toda la sociedad, en especial a la escuela. Marouanne Labbas, doctorando en Derecho Público señalaba que «espero que algún día un niño o una niña no se vea obligado a categorizarse o que sus padres le categoricen».

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