Cuando las palabras no son suficientes

Lenguaje. Los malentendidos pueden ser humorísticos o, por el contrario, dar al traste con la mejor de las transacciones comerciales

19 marzo 2018 10:13 | Actualizado a 19 marzo 2018 10:40
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¿Se imaginan que en un ascensor le comentan de buena mañana al vecino «qué frío hará mañana» y éste despliega un mapa del tiempo y les explica la previsión para toda la semana? Podríamos preguntarnos asombrados «qué le ocurre».

Este gag de los humoristas Cruz y Raya fue uno de los vídeos que Isabel Gibert puso como ejemplo de fallo comunicativo durante su conferencia ¿Por qué existen los malentendidos? que se celebró en el Cafè La Cantonada, en Tarragona, dentro del ciclo de tertulias científicas de la URV.

Esta profesora de lengua española, que imparte clases en el Centro de Estudios Hispánicos de la URV (http://www.estudios-hispanicos.urv.cat/es_index/, @espanolurv y en Facebook), desgranó los secretos del buen mensaje y arrancó carcajadas de la concurrencia con sus ejemplos de la nula comunicación.

A buen seguro que les suena uno de los que tuvo más éxito: «Es el vecino el que elige al alcalde y es el alcalde el que quiere que sean los vecinos el alcalde», célebre frase del presidente del Gobierno español, Mariano Rajoy, aunque sin duda muchas otras del mismo autor se les pueden venir a la cabeza.

Y si entre nosotros, que hablamos la misma lengua, somos incapaces de comunicarnos en algunos momentos, imagínense qué ocurre cuando nos relacionamos con personas de otras zonas del globo terráqueo.

El choque cultural es inevitable en la época de la globalización.

Se trata de la comunicación no verbal, de los gestos y de las tradiciones donde un simple saludo puede causar problemas. ¿Damos la mano, un beso, dos, tres?

«En algunas partes del mundo se dan tres besos, en otras dos, pero hay quien empieza por la otra mejilla a la nuestra y es cuando te acabas besando en la boca», explicó Gibert. 

En cuanto a los regalos, no todo el mundo hace las cosas del mismo modo. Así, en Suiza el receptor no lo abre en el momento de recibirlo, algo impensable en nuestra tradición, «donde tenemos todo un ritual para entregarlo y abrirlo y es tan importante como el mismo hecho de hacer el regalo».

Las costumbres, esas que tenemos tan interiorizadas, cambian con los países.

«Los chinos no cuentan igual que nosotros con los dedos de las manos ni levantan el brazo de la misma manera en clase», aclaró.

Siguiendo en el gigante asiático, cuidado con las negaciones «porque no está bien visto decir que no. Se trata de una descortesía».

Otro tanto pasa con las tarjetas de visita, «que se deben coger por las esquinas, nunca por el centro, y siempre ofrecerlas con ambas manos, como señal de respeto».

Mientras, en los países budistas «hay que evitar tocar la cabeza a los niños, un gesto muy afectuoso para nosotros». 

Y ojo con el símbolo de Ok, ese tan característico nuestro, ya que «en Alemania significa ¡una cerveza!, mientras que en Turquía tiene connotaciones sexuales», manifestó.

Los zapatos también tienen sus secretos. «En la India, para entrar en las tiendas te los tienes que quitar».

Esta especialista del lenguaje detalló la dificultad de pasear por sus calles para una mujer, ya que los hombres tienden a poner sus manos donde no deben. Para evitarlo, «lo mejor que puedes hacer es quitarte la chancleta y pegarles con ella. Es la mejor ofensa».

Zapatos y pies hay que tenerlos presentes en el mundo árabe.

El mayor insulto se lo llevó en 2008 el entonces presidente de Estados Unidos, George W. Bush, cuando el periodista iraquí Muntazer al Zaidi le arrojó los zapatos a la cara al tiempo que le decía «esto es por las viudas y por los huérfanos y por todos los asesinados en Irak». Tuvo, no obstante, mala puntería. Suerte para Bush. 

Todos estos gestos, que a priori son anecdóticos e incluso humorísticos, también pueden provocar ofensas muy graves e incluso dar al traste con el mejor de los negocios.

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