La Pineda: La playa de Zaragoza

La zona acoge a muchos visitantes maños acérrimos  a la playa desde hace mucho tiempo. Resaltan de este lugar su tranquilidad y familiaridad

14 agosto 2017 09:03 | Actualizado a 14 agosto 2017 09:16
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La playa de La Pineda es una de las más extensas de la Costa Dorada y cuenta con un área de más de tres kilómetros de arena de grano fino. Representa un clásico para las familias y para los más pequeños, supone una apuesta segura, pues dispone de un terreno amplio y plano para poder elaborar castillos de arena, jugar a la pelota o corretear con facilidad. «En esta playa lo que abunda es el viento tierra-mar, que es lo que hemos tenido durante esta semana pasada. Se trata de un viento que va de fuera hacia dentro. El riesgo es que muchas de las colchonetas que se meten en el agua, pueden irse al fondo con facilidad. Por eso, en estos casos, hay que tener mucha precaución», explica el vigilante y socorrista David Angullo, de Vila-seca. 


Él y su compañero se encargan se concienciar a los bañistas, sobre todo a familias con hijos pequeños. Siempre se ha de ir acompañado de un adulto. Como voluntario, Angullo lleva entre seis y siete años en la zona, pero trabajando en el sector lleva tres. «La experiencia es satisfactoria, además me siento muy ligado a los deportes que se practican en el mar. Suelo practicar surf, sea aquí o cuando me marcho fuera», detalla. Sobre el tipo de público, acota que «la mayoría es familiar y la actividad diaria es más bien tranquila. Hay muchos visitantes naturales de Zaragoza, pero nada que ver con las masificaciones que pueden acoger  zonas como Salou o Cambrils». En agosto es cuando más bañistas hay en La Pineda y en septiembre el asunto empieza a estabilizarse.

La mayoría del público en la playa es familiar y la actividad diaria es muy tranquila, según los socorristas

Una de las máximas generalizadas en esta zona es que muchos de los bañistas la visitan porque es el lugar donde han veraneado siempre. Es el caso de Raquel Ceamanos (Zaragoza), quien, junto a su marido, disponen de un apartamento. «En realidad, es el de mis suegros, lo tienen desde del 1998. Se ha convertido en un ritual pasar los días de verano aquí, porque es muy cómodo. Además, encontramos que la playa es muy extensa, hay espacio para poner la sombrilla y al entrar a bañarse el nivel es gradual. Para los miedosos al mar está bien», detalla satisfecha.

Relajarse y desconectar
Uno de los alicientes que destaca Raquel Ceamanos es el de poder cerrar los ojos y evadirse. «Aquí puedo relajarme, que es mi pasatiempo favorito. De hecho, en nuestra tierra esta playa es la de Zaragoza», ríe Ceamanos. En el caso de la joven ilerdense Irene Herrera, ha pasado los veranos de su niñez en La Pineda. «Siempre acudía con mi familia y tengo muy buenos recuerdos. Si tuviera que comparar el estado de la playa de antaño con el de ahora, diría que tal vez la encuentro mucho más limpia y cuidada ahora», detalla señalando la arena que envuelve su toalla. 


Le encanta relajarse y desconectar. «Yo llego, tomo el sol y me baño. Luego, me animo y juego a palas y lo combino con un paseo por la orilla. A veces para distraerme también me traigo sopas de letras», resume Herrera. En el caso de J. Ignacio Madinabeitia, hace más de 10 años que acude a esta playa. «Es calmada, pero ha cambiado mucho. Antes estaba mejor y lo que me gusta hacer aquí es pasear y leer un poco», dice enseñando su tablet.

Mojitos y otras bebidas refrescantes

La playa de La Pineda acoge una hilera bien abastecida en lo que  chiringuitos se refiere. Estos, además, cuentan con trayectorias de lo más longevas. Un ejemplo es el caso de Marta Graset, quien lleva en el Chiringuito Sol Solet unos 17 veranos. «Antes que yo, mis padres ya llevaban un chiringuito en La Pineda. Hace un año, yo me encontraba en el  de al lado. Por lo que respecta al ambiente, todo muy bien. La gente viene de vacaciones y lo único que quiere es dejar la rutina atrás», reconoce Graset. Una de las peculiaridades que distinguen el Sol Solet son sin duda sus mojitos y muchas de las bebidas refrescantes que ofrece. «Eso es lo que nos piden más, el turismo nacional nos pide banderillas». No cocinan, sirven tapas frías y todo tipo de snacks.

«Hay muchas familias que repiten y confraternizas con ellas. Tus hijos hacen amistad con los suyos y luego vas manteniendo el contacto. Eso siempre está bien», resuelve rápidamente. Según han visto este pasado mes de julio, «hay mucho turista holandés e ingleses», en cambio en agosto, el turista que «se mueve más por aquí es el nacional y el francés».

 

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