Mamá, quiero ser pilota

Solo el 3% de quienes conducen un avión comercial en el mundo son mujeres. Una pilota y tres estudiantes cuentan cómo se preparan y cómo viven en un mundo de hombres

19 mayo 2017 15:48 | Actualizado a 19 mayo 2017 15:48
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Cuando a la abuela de Anna Rostoll, de Alicante, le preguntan qué ha venido a estudiar su nieta a Reus, dice que algo de «altos vuelos». No se acaba de creer que la joven se esté preparando para ser piloto, «antes se piensan que voy a ser azafata», reconoce Anna.

Pero no, Anna va para pilota, igual que María Van Dijk (18 años, barcelonesa de origen holandés) y Marina Caballero (19 años, de Bilbao). Las tres están cursando su primer año (de cuatro) del Grado en Piloto de Aviación Comercial y Operaciones Aéreas en el Centro de Estudios Superiores De la Aviación, CESDA.

Es cierto, solo son tres mujeres en una clase de 18, pero con todo ya superan la media de mujeres pilotas en la aviación comercial, que apenas llega al 3% a nivel mundial. En España solo hay 196 mujeres afiliadas al Sindicato Español de Pilotos de Línea Aérea (Sepla); representan el 3,5%.

En el CESDA actualmente hay 7 mujeres repartidas en los cuatro cursos del grado universitario. Desde 2001 el 10% de los graduados aquí son mujeres.

De uniforme y en inglés

AAnna, María y Marina las encontramos puntualísimas y de punta en blanco (el uniforme es obligatorio); la disciplina manda. Están en plena temporada de exámenes, así que no hay tiempo que perder.

Las tres jóvenes tienen claro que lo suyo con los aviones es pura vocación. Aunque María y Anna tenían claro que esto era lo que querían estudiar desde hace años, Marina cuenta que no dio el salto hasta última hora. Había estudiado Humanidades y ya tenía plaza en la universidad de Deusto para estudiar Derecho, como su padre, como había planeado toda la vida, cuando a última hora decidió elegir otro camino. Igual que sus compañeras, a pesar de las reservas de madres y abuelas, sus familias les han acabado apoyando. Ahora las tres viven en pisos compartidos con otros compañeros del grado.

Cuentan que todas las clases son en inglés, lo que les obligó a certificar su nivel para poder matricularse. Respecto a la dificultad, dicen que hay que estudiar mucho, pero con empeño se puede conseguir. Y no esconden la presión y la responsabilidad que sienten por no responder a las expectativas de sus familias, «no es como para suspender», dice María, quien cuenta, igual que sus compañeras, que su familia ha tenido que hacer un esfuerzo económico muy grande. Valga como referencia que, aunque se puede financiar, el curso de este año costaba 24.916 euros.

Las acompañamos al aeródromo para hacer las fotos. Se las ve como niñas con un juguete nuevo cuando nos dejan un avión de dos plazas para la sesión. Hasta el segundo curso sólo volarán en un simulador, hasta entonces solo podrán hacer de pasajeras con otros compañeros pilotando.

 

Gran mercado de trabajo

Mientras esperamos en el aeródromo, un piloto de una línea comercial se acerca y se presenta; no las conoce, pero las anima: «Seguid estudiando, esto tiene mucho futuro». Y no va desencaminado. El grado de inserción profesional de los graduados del centro llega al 80% y la tasa aumenta hasta un 92% para los graduados que están entre el 50% con mejor expediente académico. Son datos en los que tienen mucho que ver los convenios que mantienen con Vueling y con Norwegian. Y se estima que la demanda en el sector se siga multiplicando en los próximos años.

En lo que se refiere específicamente a las pilotas, Vueling anunciaba hace unos días que prácticamente ha duplicado el número de mujeres en el último año, pasando de las 25 que tenía en 2015 a 46 al cierre de 2016. Ahora ellas representan el 4,2% del total de la plantilla.

También a finales del año pasado la aerolínea británica easyJet anunció que va a trabajar para que al menos un 20% de los nuevos pilotos cadete en 2020 sean mujeres, con el objetivo de incrementar eventualmente el número de pilotas en su plantilla. Actualmente la aerolínea cuenta con 164 mujeres (el 6% de la plantilla), de las cuales 62 son capitanas.

Pensando en el futuro, las tres jóvenes consideran que podrán conciliar la vida personal y laboral sin problemas, aunque reconocen que la maternidad les pondrá a prueba. Pero Anna acota: «Ahora no es algo que eme importe».

Aseguran que aunque son minoría numérica no se han sentido discriminadas. «Vamos a por todas, igual que ellos (los chicos)», resume María. Marina cuenta que coincidió con unos alumnos de los Emiratos Árabes que les comentaron que se les hacía raro ver a mujeres en estos puestos. ella les respondió: «Por eso estamos aquí, para cambiarlo».

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