Padres, ¿preparados para escuchar?

Una buena comunicación es la base para tener una relación de confianza con los hijos, lo que beneficia a toda la familia

23 julio 2017 15:34 | Actualizado a 13 noviembre 2017 18:39
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Una buena comunicación entre padres e hijos no se consigue de hoy para mañana. Es el fruto de un trabajo de años, y que empieza cuando son bebés. Querer recuperar el tiempo perdido a toda prisa de poco le servirá. Según la psicóloga y psicoterapeuta Sònia Navarro «cuando antes los padres empiecen a interactuar, hablar y explicarle todo al bebé mucho mejor será la comunicación durante los años posteriores». 
La experta parte de la base que la comunicación en general es un intercambio de información entre dos o más personas, que puede ser verbal o no verbal, y al mismo tiempo positiva o negativa. Cuántas veces habrá estado sentado frente su hijo en la mesa y con una simple mirada se habrán dicho sus alegrías, disgustos o inquietudes. Y sin mediar ni media palabra.
A medida que el niño crece deberá adaptar la comunicación a su nivel, y siempre utilizando el mismo lenguaje. «Los padres deben escuchar a sus hijos, aunque todos piensan que ya lo hacen», asegura la psicóloga. Entonces, ¿dónde se ‘pierde la cobertura’? Tanto si está mirando el Whatsapp o enviando un email del trabajo, deje lo que esté haciendo. Eliminar cualquier distracción es fundamental. «Después hay que mirarle a los ojos y confirmar a su hijo que le está escuchando. De lo contrario el niño habla pero nosotros no le prestamos toda la atención que deberíamos», afirma Sònia Navarro.

Escuchar primero y hablar después
Los niños son muy listos. Y a la primera de cambio perciben cuando se les escucha y cuando no. Ahora entenderá porque muchas veces se enfada su hijo sin saber por qué. No le está prestando la atención que necesita. Ante esta situación, según la psicóloga, lo que hay que hacer es mostrar más interés en aquello que está explicando, bien sea pidiéndole que explique más cosas o preguntándole por otras más concretas. Lo importante es abrir el canal de la comunicación entre ambos.


¿Le irrita que le interrumpan cuando está en medio de una conversación? Pues lo mismo le ocurre a los niños. «Si le corta se distraerá y muy probablemente se quedará con las ganas de saber realmente qué es lo que le quería decir», asegura la psicoterapeuta. El siguiente consejo es que cuando el niño acabe de hablar es importante reformular, para que sepa que se le ha escuchado y porque si hay alguna aspecto que no ha entendido pueda corroborar lo que quiere explicar, lo que le pasa o lo que siente. 

Lo bueno, si breve, dos veces bueno
Cuando el niño es pequeño la conversación tiene que ser corta. Nada de enrollarse y mucho menos dar sermones. Si cae en este error, según la psicóloga, terminará por «dar más información de la necesaria y su hijo no tendrá la oportunidad de hablar». Razón de más para que las respuestas sean concisas, cortas y claras. 
Interrogarle tampoco ayuda. Debería formular preguntas que le inciten a continuar la historia y en ningún caso juzgar lo que le está contando, aunque puede dar su opinión. «También es importante, según Sònia Navarro, «aprovechar momentos como la hora de la cena para realmente generar un espacio donde hablar del día, de cómo se siente, de lo que le preocupa…». En estos espacios quedan excluidas las pantallas. Si siembra una buena comunicación desde que su hijo es pequeño recogerá los frutos cuando llegue a la adolescencia. Comunicarse con él o ella será más sencillo. 
«De lo contrario será más complicado porque el niño se encerrará en sí mismo. También deberá respetar que su hijo o hija, cuando crezca, no querrá explicarlo todo a sus padres», asegura Sònia Navarro. Lo que demuestra, en opinión de la psicóloga, que «generar un buen clima de comunicación no se consigue de hoy para mañana y que cuando los niños creen que no se les escucha dejan de comunicarse».

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