Narcís Pallarès, de Sant Jaume dels Domenys, ha recibido el premio del Comité Olímpico Nacional de Italia por el libro Calcio & Geopolítica, que analiza la relación del fútbol y la geopolítica.
¿Ve acciones políticas en el Mundial?
Es un evento geopolítico y deportivo desde su creación en Uruguay (1930), donde se organizó la copa, en parte, para conmemorar el centenario de su independencia. La historia se repite. Es un escenario perfecto.
¿Qué se ha visto?
Los jugadores de Irán se negaron a cantar su himno en solidaridad con las mujeres contra el régimen de los ayatolás. Alemania con un gesto de taparse la boca por la falta de respeto de los derechos durante la competición. Serbia tenía una bandera en el vestuario que mostraba el mapa de Kosovo con los colores de su bandera y la inscripción Sin rendición. La cuestión kosovar ha estado presente.
¿Por qué?
En el país helvético juegan dos jugadores de origen kosovar que celebraron sus goles contra Serbia en el mundial del 2018 con el gesto del águila bicéfala.
Reacciones en todo el mundo.
La victoria de Arabia contra Argentina simboliza que Catar y Arabia trabajan en un acercamiento. La victoria saudita generó júbilo en el mundo árabe. La de Marruecos muestra los problemas de integración que sufre la capital europea.
¿Pasa en todos los deportes?
Desde la fundación de los juegos olímpicos el deporte es un instrumento político. Von Clausewitz dijo que en la guerra encontramos el hard power y en el deporte el soft power.
El fútbol como geoestrategia.
Rusia con su industria del gas, es decir Gazprom, generoso sponsor de la UEFA antes de la invasión de Ucrania. Los EEUU y la China Popular. Había una paradoja: el deporte más universal estaba fuera del espacio de dominio de la gran superpotencia. Hasta que un 4 de julio de 1988 Henry Kissinger anunció que el mundial de 1994 se jugaría en EEUU. Pensamos que la liga MLS no tiene el nivel de las europeas. En fútbol masculino sí, pero en fútbol femenino no. La selección nacional de mujeres es campeón del mundo y el equipo con más mundiales.
El mejor escenario.
El estadio más alto de la mundialización como escribió el geopolitólogo Pascal Bonfice, precursor del estudio de la relación del fútbol y la política internacional. Es el espectáculo televisivo más seguido del planeta. La última Copa del Mundo ascendió a 3.572 espectadores, más de la mitad de la población mundial de cuatro o más años según la propia FIFA.
Audiencia universal.
El emir de Catar, Tamim Al Thani, es de los pocos jefes de Estado que ha dado un discurso televisado en directo con una audiencia potencial de todo el planeta. El impacto de su discurso no es tanto para los países occidentales sino por la dimensión de Catar dentro del mundo árabe, en oriente medio y el norte de África. La ceremonia fue vista por 111,7 millones de adultos en esta zona geográfica.
¿Las economías emergentes se ponen a chutar?
Las cinco economías emergentes han buscado en el fútbol una proyección. Tres de ellas han organizado un mundial, Brasil 2014, Rusia 2018 y Sudáfrica 2010. China tiene para los mundiales de 2030 y 2034. India en 2014 creó su propia Super Liga, inversión de futuro para potenciar este deporte. En Catar hemos llegando al punto más alto de la globalización del fútbol. Después, con Trump en la Casa Blanca llegó la desglobalización y el próximo mundial será organizado por EEUU, Canadá y México, un mundial NAFTA.
¿La Superliga, fortaleza europea?
La UEFA es un ente de la Europa geográfica pero no política. Tiene sede en Suiza, país extracomunitario. Si la UE quiere dotarse de una autonomía estratégica tendría que tener un plan para el fútbol. Es sorprendente que la construcción de la identidad europea por parte de Bruselas haya dejado de lado un recurso tan potente como es el fútbol y que está tan arraigado a nivel social en todo el continente. Un activo del soft power europeo que ya está siendo aprovechado por otros actores geopolíticos no europeos. La Super Liga Europa podría ser una oportunidad para la UE de relanzar su proyecto de unión política y ciudadana usando el fútbol como un elemento más de la construcción de identidad europea y cohesionador de los países miembros.
Puede leer la entrevista completa en la web del Diari.