Los ‘sueños dibujados’ de una de las víctimas del crimen machista de Ubeda

El Defensor del Pueblo, Fernández Marugán, denuncia «deficiencias significativas» en la protección de las mujeres

16 junio 2020 06:50 | Actualizado a 16 junio 2020 08:30
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Era «reservado, educado, responsable». A juicio de sus profesores de la Escuela de Arte Casa de las Torres, Adrián A. S. también era «trabajador». Tenía 17 años y un estilo «desgarbado». Dibujaba con trazo fuerte y bastante color folios con estilo de manga y cómic. Diez dibujos alcanzó a realizar en este primer curso de bachillerato que cursaba, en pleno confinamiento con su hermano menor de 10 años, su padre y su madre. Había retratos, viñetas, héroes de fantasías y tres escenas en blanco y negro.

Cuando Ubeda, donde vivía, comenzaba a salir del confinamiento, cuando la familia empezaba a romper el aislamiento, el padre, Francisco A. G., de 52 años, acabó con la vida del resto de la familia, el domingo a las ocho de la mañana. A puñaladas.

Su hermano Iván murió de inmediato en su dormitorio, y su madre Belén, en el salón, al parecer después de intentar defenderse. Adrián tuvo tiempo de correr hacia la puerta. Con unas heridas en la espalda que, sin embargo, le robaron la vida minutos después.

Antes de que él lograra salir al rellano, no hubo gritos. Tampoco hay denuncias previas de malos tratos, ni ningún rumor entre los vecinos de peleas matrimoniales. El asesino rumiaba la muerte en silencio, quizás sin demasiada determinación: la semana anterior había pedido un permiso para el siguiente lunes, el día que para ellos no amaneció. Dijo que la familia se mudaría a un nuevo domicilio.

Tanto la ciudad donde Adrián comenzaba a pintar, Ubeda, como Villacarrillo, la población donde vivía hasta el año pasado, rindieron un minuto emotivo de silencio a las tres víctimas. Aunque en secreto de sumario, los indicios apuntan con toda claridad a que se trata de un acto mortal de violencia de género.

En la calle de la fachada norte del Ayuntamiento, a mediodía y sobre un muro de piedra, se exhibieron aquellos pequeños dibujos de Adrián. «Le apasionaba plasmar en sus dibujos sus sueños». Una improvisada muestra de lo que ya no será, para los ojos de aquellos vecinos y amigos que le lloraban. Sus compañeros, exhortaba la escuela de arte, deberán ahora «cumplir sus sueños y los de su compañero Adrián».

Adrián, Iván y Belén fueron víctimas de la violencia machista. Las quejas llegadas al Defensor del Pueblo español ponen de manifiesto «deficiencias significativas» en el sistema de protección de las víctimas de violencia de género. El titular de la institución, Francisco Fernández Marugán, aseguró ayer en el Congreso de los Diputados que el modelo de prevención sigue fallando a causa de la poca formación especializada y la escasa «coordinación entre los distintos niveles territoriales de intervención».

Cifras del horror

Marugán, que compareció ante la Comisión Mixta de Relaciones con el Defensor del Pueblo para explicar los informes de 2018 y 2019, condenó el último asesinato de una mujer y sus dos hijos menores en Ubeda (Jaén). Desde el año 2003, 1.054 mujeres han perdido la vida a manos de sus parejas o exparejas, mientras que 37 niños han sido asesinados por sus padres desde 2013.

En la mayoría de los casos, se han detectado dificultades originadas por «falta de recursos materiales o humanos» para atender a los sistemas integrales de asistencia. La entidad dirigida por Fernández Marugán topa con la dificultad de que tiene poco tiempo para intervenir antes de que los casos pasen a la autoridad judicial.

También han sido muy numerosas las quejas que han denunciado la defectuosa preparación de los funcionarios públicos que atienden directamente a las mujeres. En este sentido, la memoria del último año subraya que las víctimas denuncian «sentirse solas, cuestionadas, no escuchadas y abandonadas por los poderes públicos».

Fernández Marugán pidió que se mejoren las herramientas de detección del riesgo y la coordinación con los servicios sociales. Abogó por simplificar aún más los procedimientos y aumentar la coordinación con las asociaciones de mujeres que realizan el trabajo de campo para mejorar el acceso a los recursos y el tratamiento integral.

Por otra parte, el Defensor argumentó que la reducción del los presupuestos en materia de sanidad ha traído consigo «listas de espera demasiado largas y urgencias frecuentemente saturadas».

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