Los vinos catalanes superan la 'riojitis'

El auge de las DO catalanas logra derrotar el histórico liderazgo de los Rioja en el consumo de vinos en Catalunya

19 mayo 2017 15:47 | Actualizado a 19 mayo 2017 15:47
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La sala de exposiciones del Campus Ciutadella de la Universitat Pompeu Fabra acogerá en pocos días, el 10 de abril, una nueva jornada de desembarco de los vinos de la DO Terra Alta en Barcelona. Profesionales de la restauración y hostelería de la ciudad y su entorno, así como prensa especializada y prescriptores, podrán degustar un centenar de referencias de gama media-alta de una treintena de bodegas.

Es un ejemplo más del interés estratégico de las DO catalanas en captar el mercado de Catalunya, donde sólo son líderes si se suma la producción de sus doce denominaciones de origen, según el informe Nielsen encargado por el Institut Català de la Vinya i el Vi (INCAVI) en 2015.

Juntas alcanzan el 32,51 por ciento de cuota de ventas en los sectores de la alimentación y hostelería, por encima del 29,69 por ciento de los sempiternos vinos de la DOQ Rioja. Por separado sólo la DO Penedès, con el 13,08 % de cuota, y la DO Catalunya, con el 8,66 %, se colocan en los primeros lugares.

Para encontrar otra referencia del territorio hay que descender hasta el undécimo puesto del ranking donde aparece la pujante DO Terra Alta, con un 2,03 % de cuota, y un poco más atrás la DO Montsant, con el 1,81 %. La DOQ Priorat posee un 1,14 %, la DO Conca de Barberà, un 0,33 %, y, por último, los vinos de la DO Tarragona se quedan con el 0,30 %.

Es un liderazgo discreto ya que porcentualmente la cuota de consumo de vinos de DO catalanas bajó un punto de 2015, obtuvo el 32,51 %, en relación a 2014, cuando alcanzó un 33,52 % y lideró por primera vez ventas en Catalunya. El INCAVI publicará en breve los datos relativos al año 2016, donde no se esperan cambios sustanciales pero sí la ratificación de la tendencia mostrada en las dos últimas campañas.

Eva Vicens, directora de los premios Vinari dedicados a los vinos catalanes, admite lo anómalo de la situación ya que lo habitual en las zonas productoras de vinos sería alcanzar una cuota cercana al 60 por ciento de consumo de caldos propios. «Estamos mejorando, pero aún debemos trabajar mucho», explica.

Durante muchos años los vinos de la Rioja, y en menor medida los de la Ribera del Duero, han acaparado los lineales de supermercados y las cartas de los restaurantes ayudados por generosas campañas promocionales y precios altamente competitivos. Unos incentivos con los que junto a su etiqueta de vinos de calidad y a un poderoso volumen de producción no es fácil competir. «La dimensión de nuestras empresas es la que es. Toda nuestra producción puede equivaler a la de una bodega media de la Rioja», ejemplifica Pilar Just, presidenta de la DO Montsant.

El presidente del Institut Català de la Vinya i el Vi (INCAVI), Salvador Puig, detalla las razones que a su entender explican la ‘riojitis’ en Catalunya. Explica que el conocimiento de la cultura del vino es desigual a lo largo del territorio en Catalunya y que la mayor parte de los consumidores se concentran en el área metropolitana donde vinos del resto del Estado son considerados tan cercanos como las catalanes.

«Además, hemos de añadir el factor del turismo. Los millones de turistas que nos visitan no diferencian los vinos de unas zonas y de otras», señala. Por contra, en las zonas rurales, anota, el consumo de vinos propios es muy superior.

Pero las cosas están cambiando. Una parte de las nuevas generaciones de consumidores aplica la lógica ambiental en sus compras. Se prioriza un producto de proximidad, de calidad, y si transmite identidad, mucho mejor.

La proximidad, una clave

La proximidad en Catalunya está garantizada. Conviven una docena de denominaciones de origen, la mitad en la demarcación de la Tarragona: DO Penedès, DO Terra Alta, DO Montsant, DOQ Priorat, DO Conca de Barberà y DO Tarragona. Todas elaboran vinos de calidad y sus caldos son continuamente reconocidos en concursos y guías de vinos.

Además, los consejos reguladores de las DO destinan grandes esfuerzos a acentuar la identidad de su propuesta. En la Terra Alta, la estrella es la variedad garnacha blanca, en la Conca de Barberà lo es el trepat, en el Penedès la variedad xarel·lo y en las dos DO existentes en la comarca del Priorat, su particular ‘terroir’ y las variedades de uva garnacha.

La DO Montsant es uno de los mejores ejemplos. En los últimos seis años han triplicado las ventas de vino embotellado en el mercado catalán, de 1.291.937 botellas vendidas en 2010 a las 3.850.793 en 2016.

«Pocos años atrás, el mercado catalán representaba para nosotros apenas el 20 % del total, ahora estamos en un 50 % de vendas mientras que el resto la destinamos a la exportación a países extranjeros», señala su presidenta, Pilar Just.

La vecina DO Terra Alta partía hace unos años de los mismos porcentajes. «Teníamos que vender fuera porqué en casa no éramos conocidos», subraya Joan Arrufí, presidente de la DO Terra Alta. «Pero está aumentando mucho la receptividad hacía nuestros vinos y esos nos ayuda».

La DO Terra Alta se ha consolidado en las Terres de l’Ebre aunque el conjunto de la provincia es una plaza difícil dada la variedad de vinos propios. Nada que ver, recuerda, con la DO Empordà donde cerca del 80 por ciento de su producción se consume en Catalunya y mayoritariamente a pie de bodega. «Ellos son la DO de toda Girona porqué sólo hay una, pero aquí, en Tarragona y el Ebre, somos seis», detalla.

Consejos reguladores, asociaciones profesionales, administraciones locales y comarcales y la Generalitat, a través del INCAVI, impulsan múltiples acciones de difusión para elevar la cuota de los caldos catalanes.

Una de ellas, clave en varios territorios vinícolas del mundo, ha mejorado el posicionamiento de los vinos locales. Es el auge del enoturismo, la decisión de muchos bodegueros por abrir sus puertas y ofrecer a los consumidores catalanes, que son la mayoría, experiencias sensoriales y gustativas interesantes.

Por su parte, los empresas de distribución alimentaria juegan un rol destacado por su apuesta cada vez más decidida en poner a la venda vinos catalanes. Mismo camino siguen los restaurantes, aunque queda muchísimo trabajo por hacer, admiten las fuentes. Una de la iniciativas que incide en esta vía son los premios Cartaví, organizados por la Associació Vinícola Catalana, que distingue los restaurantes de Catalunya que mejor defienden y divulgan los vinos del país. Galardones, por cierto, que se entregan mañana, lunes, en el Palau Reial de Pedralbes, en Barcelona.

En el horizonte, admiten profesionales del sector, se dibuja la necesidad de potenciar un mensaje unitario . «Vistos desde fuera, Catalunya dispone de un territorio rico y heterogéneo con una enorme diversidad de vinos. Una promoción conjunta sumaría», concluye Vicens.

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