Opinión

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Nos parece que la palabra salvación o ser salvado hace referencia a una realidad pasada que no concierne al tiempo actual. La modernidad social y antropológica presenta a menudo un esquema de vida donde el ser humano está investido de un poder absoluto y que no necesita ser salvado. Nos encontramos, de un lado, ante innumerables innovaciones tecnológicas para mejorar la calidad de la vida humana y las investigaciones científicas para encontrar respuestas en las inquietudes del ser humano. Y del otro lado asistimos a las divisiones sociales, las violencias, las guerras y otros muchos sufrimientos que provocan aflicciones y desolaciones en la realidad de la vida. Constatamos que el ser humano anhela más y busca en su vida algo que supere la materialidad. ¿Cómo se puede hablar de la salvación de hoy? ¿Qué quiere decir ser salvado?

La palabra salvación significa el hecho de recibir la salud o de ser rescatado de un peligro. La salvación se presenta como el don gratuito de amor de Dios que permite al ser humano participar en la vida divina. La salvación es también el rescate que Dios ofrece para que el ser humano se libre del peligro de no encontrar sentido a la vida. Este don responde al deseo profundo del ser humano de felicidad eterna. Así la salvación es descrita según san Ireneo como la salud que Cristo ofrece a la condición humana para unirse con Dios.

Aun así, la salvación puede sonar como un mito ante la realidad social y cultural de hoy. Los hechos de la vida muestran lo contrario porque el ser humano sigue buscando un sentido profundo de su vida más allá de la materialidad que ofrece la cultura ambiente. La salvación es la respuesta amorosa de Dios ante las preguntas profundas y existenciales del ser humano: La muerte, el sentido de la vida y el misterio del mal y sus corolarios. Estas preguntas que afrontamos de una manera u otra a lo largo de la vida, a raíz de una situación, requieren por parte del ser humano una humildad para reconocer que solo Dios puede realmente salvarlo del peligro del no sentido de la vida. Es decir, la salvación es un don permanente que Dios ofrece en cada momento al ser humano para recibir la vida como don gratuito de su amor divino y a la vez una invitación a dejarse llevar por Él. Sin esta actitud de humildad, el ser humano no se puede considerar como criatura que necesita al Creador.

Ser salvado es la manifestación del amor divino en Jesús que permite al ser humano vivir en su existencia personal la vida de Dios. En Jesucristo, el ser humano ha recibido la salvación para salir victorioso del mal y de la muerte. Él es el Médico y el Remedio que posibilita al ser humano experimentar el don de la salvación; es decir, el don de vivir en la comunión con Dios. Todos los misterios de la vida de Jesús constituyen el don de la salvación realizada. Se podría comparar, si nos lo permite la condición de ser salvado, como un enfermo salido del quirófano con el mal curado y que solo tiene que obedecer la prescripción del médico para recuperarse totalmente. Jesús es aquel que permite a todos los hombres y mujeres recibir la salvación y a la vez muestra el camino de apropiación efectiva de la salvación ofrecida.

Así pues, podemos decir sin engañarnos que el hombre de hoy tiene y tendrá siempre la necesidad de la salvación de Dios que le da sentido a su existencia y responde a la vez a sus interrogantes profundos. La salvación es esta respuesta amorosa que Dios da al ser humano para recibir la vida como don gratuito dentro del proyecto divino. Y hoy hablar de la salvación quiere decir simplemente recordar al ser humano que su vida es un proyecto de amor de Dios y ser salvado consiste en vivir de acuerdo con este proyecto divino.

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