Cuando las películas votan

Iglesias destaca por su arrogancia que le hace parecer pedante en su solvencia intelectual

19 mayo 2017 19:55 | Actualizado a 21 mayo 2017 21:18
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Con este título Pablo Iglesias Turrión, en mayo 2013, es editor de un libro, Editorial Catarata, en donde se analizan, entre otras, emblemáticas películas políticas: La batalla de Argel, Dogville, Espartaco, Germinal, Tout va bien,

Escribe: «¿Irías al cine con un malvado profesor? Este libro es una invitación descarada a hacerlo de la mano de un grupo heterodoxo y heterogéneo de estudiosos con diversa formación en las ciencias sociales.» (…) «En un momento en el que el discurso político es una forma de acción, estas reflexiones sobre el cine quieren salir de la parálisis propia de este tiempo de crisis donde el problema, cada vez más acuciante, no es que lo viejo no termine de marcharse ni que lo nuevo no termine de llegar, sino que cada vez parecen más evidentes los monstruos». (Contraportada)

Dada la acción política que está desarrollando Pablo Iglesias y su partido político sus actitudes en el congreso, sus intervenciones, sus frases, sus gestos es bueno ir a las fuentes y saber si lo que se afirma corresponden a la inmediata realidad del día a día, y connotar, si hay una coherencia entre lo dicho y el hecho o lo que se dice oculta otra realidad, ya que en todo esto se juega un modelo u otro de sociedad española, y que ya se está trasluciendo, que algunas de las opiniones expuestas modifican sustancialmente algunas reglas de juego político, aunque no queda claras con qué finalidad, dado que en ocasiones se muestra leninistamarxista clásico, en otras como un bolivarianoscastristasneochavista y en otras como unos socialdemócratas de nuevo cuño, no a lo Vaurofakis pero sí a lo Tsipras.

Algunos comentaristas han señalado que la actitud de Iglesias destaca por su arrogancia que le hace parecer pedante en su solvencia intelectual, por ello incurre en el histrionismo, en la exageración resultando afectado y sobre actuado. En ocasiones es hiriente hasta la crueldad y en otras cae en un manierismo sentimental, «Pedro solo quedamos tu y yo» y metafóricamente le insinúa que podrían darse un beso (político claro).

Otros comentaristas afirman que el fondo es un ciclotímico que destila una imprevisión y una inseguridad lo cual lastra a su partido, no hay más que ver como en ocasión sus colaboradores desvían su mirada o no aplauden sus frases redondas y las tensiones mostradas en su movimiento en los últimos días.

En la presentación Iglesias del libro escribe: «En un tiempo pasado en el que compartimos muchos de sus diagnósticos (se refiere a Gramsci) los monstruos devastaron el continente porque lograron hacerse ver como «normales». Para ponerles trabas a esa normalización traemos al debate esta mirada que no quiere olvidar que la verdadera academia es la que sirve a la sociedad que la cobija». (Pág. 11)

Iglesias comenta en el libro la película «La batalla de Argel» de Gillo Pontercorvo a la que describe como obra maestra del cine político. Allí comenta en relación con el film un hecho de Felipe González (el manchado de cal viva), y escribe sobre éste en: «un momento impreciso entre 1989 y 1990 tuvo la oportunidad de ordenar la ejecución de toda la dirección política de ETA. González añadía que no estaba seguro de haber actuado correctamente al haber decidido no eliminar a los jefes de ETA y se lamentaba de <cuantos asesinatos de personas inocentes podría haber ahorrado> de haber autorizado el atentado. González, quizá inconscientemente, estaba mandando al infierno a todos los politólogos y juristas liberales que siempre han tratado de convencernos de que no hay nada por encima del Derecho y contradecía a todos los suyos (y a sí mismo) que siempre afirmaron que la lucha antiterrorista se libraba solo con «los instrumentos del Estado de derecho». «Pareciera que el expresidente acabara de ver la secuencia de «La batalla de Argel» en la que el coronel Mathieu, interpelado por los periodistas que le preguntan si sus soldados torturan a los detenidos argelinos, responde que si torturan no lo hacen por venganza sino por necesidades políticas. Despojando el discurso habitual de los políticos profesionales y tomando distancia del silencio oficial. González habló como un estadista: y los estadistas saben que la consecución de cualquier proyecto moral se basa en la victoria y que esta última no entiende de medios cuando se enfrenta a un desafío militar» (Pag.48).

Y continúa, «Por eso La batalla de Argel es cine político, ya que nos permite, independientemente de nuestras convicciones, independientemente de que seamos partidarios de Francia o del FLN, entender que la violencia política es el sustento de ambos proyectos» (Pág. 52).

Cada uno puede analizar los textos y deducir lo que crea conveniente pero analícese, como, a partir de un «pareciera» que no es más que un condicional que tiene por intención «a alguien le podría parecer», pero sin afirmar que el que dice la frase tenga esa impresión es como un sinónimo de, al parecer no tenemos la certeza de que lo que vamos a relatar a continuación sea cierto. Pero ignora el hecho real y es que González no dio la orden y primó el estado de Derecho y el respeto a la ley.

Ahí están el libro, citado, y pueden leer los textos y que cada uno analice, reflexione sobre los discursos de los políticos, observen sus actitudes y vote en consecuencia.

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