El ‘Síndrome del Niño Hiperregalado’

Regalos navideños. El exceso puede provocar entre los más pequeños una falta de aprecio o sorpresa hacia las cosas que reciben, que sean poco agradecidos y tengan altos niveles de frustración

10 diciembre 2018 12:42 | Actualizado a 06 febrero 2019 17:52
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Hace unos días que regresé de Anantapur para encontrarme con una Tarragona engalanada, prefestiva. En la India acabamos de pasar Diwali, una de las celebraciones más importantes del hinduismo y la más parecida a nuestra Navidad. Se celebra en familia, los balcones, portales y fachadas se decoran con luces de colores; el comercio se dispara, y en los bazares no hay quien quepa.

Aunque es difícil comparar hábitos de consumo en uno de los países con más desigualdades del mundo (más de tres cuartas partes de la riqueza del país pertenece al 10%), la media de consumo durante Diwali es de entre 60 y 120 euros por familia, según afirma un estudio. En Anantapur, esto es con lo que suele contar una familia para pasar el mes. Eso si las cosas les van medianamente bien.

En España, en cambio, estas Navidades gastaremos por familia una media de 601 euros. No estoy juzgando a nadie. Ni siquiera viviendo en la India rural puedo escapar la excesiva presión consumista navideña. Llevo regalos para todos… excepto para los más pequeños de la casa.
El año pasado quedé estupefacta frente a la indiferente reacción de mis sobrinos al abrir sus regalos de Oriente (literalmente).

Me había pasado un fin de semana entero buscando una versión infantil del Carrom, un juego de mesa indio con una lógica parecida al billar. Creo que sé dónde ha pasado ese tablero y sus respectivas fichas los últimos once meses: en el altillo. La misma suerte que han corrido muchos de los regalos navideños del año pasado. Seguro que esta anécdota no es ajena a nadie.

No es su culpa, ni tampoco la de sus padres. Es más, creo que mi comportamiento a su edad no era tan diferente. Inundamos a los niños con regalos y esto puede llegar a alterar su carácter. Los expertos lo llaman el ‘Síndrome del Niño Hiperregalado’. Los síntomas son falta de aprecio o sorpresa hacia las cosas que reciben, ser poco agradecidos y tener altos niveles de frustración.

La mayoría de niños no necesitan más juguetes sino menos ya que esto les impide percibir el valor que tienen. Es un tópico pero tener más cosas, consumir o acumular no contribuye a la felicidad de las personas, aunque la publicidad y nuestro propio cerebro nos diga lo contrario. Así lo afirma Álvaro Bilbao, neuropsicólogo y padre de tres hijos, cuyo libro sobre psicología infantil se ha traducido ya a once idiomas.

Los expertos aconsejan la regla de los cuatro regalos que sigue los siguientes principios: algo para llevar (ropa, calzado o complementos), algo para leer, algo que deseen y algo que necesiten. Y Bilbao asegura que lo que necesitan cada vez más es aprender valores como la solidaridad. O sea, lo que no se anuncia en la tele (o en el Youtube) pero que sí puede ayudarles a ser personas más felices durante toda su vida.

Así que desde estas Navidades he decidido que lo que me gastaría en regalos lo guardo para un día llevarme a mis sobrinos conmigo a la India para que conozcan otra realidad. Y para pasar tiempo con ellos, que es lo que no puedo hacer a 9.000 kilómetros de distancia.

Igual esto es un poco extremo, pero la idea me ha venido de la propuesta para estas navidades de la Fundación Vicente Ferrer. Se trata de ‘El Hiperregalo’, que está enfocado a poner de relieve la importancia de las relaciones familiares y sociales, e inspirar a padres, madres, hijos e hijas para hablar de valores como el compromiso y la generosidad.

En realidad ‘El Hiperregalo’ es solo un símbolo, una caja con un papel y lápiz, que puede conectar a niños y niñas de Tarragona con niños y niñas de Anantapur. ¿Cómo? Pues a través del apadrinamiento, una estrategia que lleva utilizado la Fundación Vicente Ferrer durante los últimos veinte años y que impacta sobre el desarrollo de toda la comunidad. Existen alternativas. 
¡Felices fiestas no consumistas!

 

Judit Algueró trabaja desde 2015 en la Fundación Vicente Ferrer desde su sede en Anantapur, en el sur de la India. Es de Móra d’Ebre, estudió Periodismo en la Universitat Rovira i Virgili y tiene un máster en Periodismo Internacional por la Universidad de Cardiff (Reino Unido).

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