El ademán

Es del todo imprescindible establecer cauces de negociación política leales y discretos 

10 septiembre 2020 09:10 | Actualizado a 10 septiembre 2020 09:36
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Podríamos concluir -amén de ser la primera frase- que si sustituyéramos una sola letra del título de este artículo la concepción del mismo sería totalmente distinto. «El alemán»: nos transmitiría cierta sensación de fiabilidad y seriedad, que es de las primeras cosas que se nos viene a la cabeza cuando pensamos en los rectos, cuadriculados y ordenados oriundos del país teutón. Si nos comparamos con otros países de nuestro entorno, véase Alemania, Portugal, Francia e incluso Italia, no tenemos otro remedio que echarnos las manos a la cabeza -una vez más- mientras asistimos ojipláticos al circense espectáculo gubernamental de nuestro país.

De ahí, precisamente, el título de este artículo. Un ademán de gobierno; un ademán de diálogo; un ademán de negociación presupuestaria, de entendimiento, de unidad y consenso frente a lo que debe ser un problema y una solución de Estado y, especialmente, un ademán de políticos de estado al frente de los designios de esta España, nuestra. Se manifiesta, por tanto, como bien expresa el título una firme intención de dialogar por parte del presidente del Gobierno con los distintos actores políticos pero, a su vez y de tapadillo, conocemos filtraciones de mensajes privados o en sede parlamentaria lamenta la muerte de un asesino para contentar a otro posible socio.

Desde luego, esa no es manera de encarar un nuevo curso político a todas luces excepcional, que debería tener como corolario la aprobación de unos presupuestos generales del estado que permitan reactivar la economía maltrecha por la pandemia global que hemos padecido. Arrimar el hombro se ha convertido en una expresión -que también quedará en un simple ademán- muy utilizada y manoseada. Sin embargo, no quiere decir otra cosa desde instancias gubernamentales que poco menos que comprar una mercancía por internet sin antes saber lo que es, ni tan siquiera disponer de una fotografía.

Las cuentas anuales son la mayor expresión política de un gobierno -ya sea local, autonómico o estatal- y en ese documento se reflejan las líneas de actuación política de un ejecutivo. Por desgracia, los presupuestos, de un tiempo a esta parte, se han convertido en un puro mercadeo como consecuencia de la dificultad para alcanzar una mayoría parlamentaria suficiente para sacarlos adelante, debido a la fragmentación política y a los exiguos soportes que sustentan los gobiernos.

Por ello, es del todo imprescindible establecer cauces de negociación política leales y discretos para que lleguen a ser efectivos, más allá de estrategias políticas y relatos para desgastar al adversario. Si de verdad el Gobierno quiere que la salida de la crisis sea con unidad y consenso, entonces debería cesar en el empeño de convencer a aquellos grupos que su único objetivo es destruir España para acercarse a los constitucionalistas. Es imposible que con independentistas y filoetarras puedan salir a la luz unos presupuestos buenos para el conjunto de españoles. Y lo saben.

Del todo imprescindible, también, se hace la elaboración y posterior publicación de un borrador, a priori, para luego negociar aquellos aspectos que -valga la redundancia- sean negociables y trazar un plan económico para el país. No existe otro secreto que la lealtad y seriedad política, sin pretender imponer manu militari un determinado proyecto. El ejemplo lo tienen en el Ayuntamiento de Madrid: consenso y unidad a través del diálogo y la negociación.

Ojalá me equivoque, pero pienso que el diálogo, la negociación y el acuerdo se quedará en un intento fallido y sin éxito que nace sin una intención clara de conseguirlo por parte del que tiene la responsabilidad de ello. Será solo un ademán.

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