¿Qué sucedería si al final de tanto esfuerzo por constituir un nuevo Estado de Europa, resultara que Europa no nos admite como tal? Algo parecido a lo que sucedió a aquellos obreros que cargaban un piano escaleras arriba hasta un piso muy elevado.
El capataz, cuando pararon a descansar, le dijo al obrero más joven: «Manolo, sube a ver cuántos pisos faltan». El chico cumplió la orden y al bajar dijo: «Tengo dos noticias, una buena y otra mala». Dinos la buena: «Solo nos faltan cinco pisos». El capataz le conminó entonces: «Alto, no nos digas la mala, a ver si nos desmotivaría ahora que ya tenemos el objetivo tan cerca».
Fueron subiendo y sudando hasta llegar al rellano. Objetivo logrado. Mientras se secaban el sudor, el capataz, orgulloso de su capacidad estratégica, dijo a Manolo: «Ahora, si quieres, dinos la mala». «La mala es que nos hemos equivocado de edificio».