El impulso que precisa Tarragona

De la docena de debates electorales resulta muy difícil deducir propuestas innovadoras para relanzar la ciudad.

 

23 mayo 2019 06:36 | Actualizado a 23 mayo 2019 06:54
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Después de una docena de debates, pocas novedades han aportado los candidatos a la alcaldía de Tarragona. El actual alcalde, Josep Fèlix Ballesteros, ha mantenido impertérrito su papel institucional sin entrar al trapo de sus rivales y sin sacar ningún conejo de la chistera. Ballesteros lo fía todo a su buena imagen personal y al buen momento electoral que viven los socialistas. Aprovechar los vientos siempre es un muy rentable ejercicio político. Contra este fortín que es la personalidad amable de Ballesteros luchan el resto de candidatos lanzando con catapulta y demás artilugios bélicos la mala conservación del patrimonio, la percepción de ciudad sucia y la desconexión de los barrios. Con especial virulencia se ha criticado el fiasco de los Juegos Mediterráneos y la escasa renta en equipamientos que han dejado a la ciudad. Por supuesto no han faltado los argumentos de siempre, aquellos que no encuentran resolución legislatura tras legislatura. A saber: Tabacalera, Ciudad Residencial, Banco de España, Savinosa. Bien es cierto que en la mayoría de los casos la responsabilidad última no es del Ayuntamiento al tratarse de instalaciones que competen a otras administraciones. No es excusa para poner de relieve que los proyectos se eternizan cuando caen en manos del Ayuntamiento de Tarragona por su falta de eficacia en la ejecución. Este ha sido el centro de la batalla electoral que Ballesteros ha capeado desde la veteranía de aguantar lo que convenga. Más allá de la crítica al alcalde, los candidatos han aportado poca innovación. Tanto Ricomà como Viñuales se agarran al manido cambio, un mantra electoral que por lo visto sigue funcionando a falta de otros argumentos. Nadal se ha preocupado más de criticar la no-gestión de Ballesteros que de ofrecer un modelo propio de ciudad. El ciudadano que haya seguido los debates habrá sacado pocas conclusiones que le hagan cambiar su criterio inicial. Se ha echado de menos un proyecto de ciudad ilusionante, con propuestas concretas e ideas con capacidad de dar a Tarragona el impulso que precisa.

 

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