Una fuente que me merece confianza me relata que la decisión de Pujol de hacer su comunicado –confesión del 25 de julio– se tomó en una reunión de toda la familia en la que también estuvieron algunas pocas personas ajenas a ella, como el asesor fiscal del President y un abogado de Convergència.
La mayoría de los hijos vieron bien que Pujol hiciera el comunicado, pensando que la tormenta en la opinión pública duraría pocos días. No así Oriol Pujol, que por conocer mejor los entresijos de la política, temió que tendría graves consecuencias.
La confesión repercutió, entre otras cosas, en que a Jordi Pujol le fueran revocados honores anteriores, y que tuviera que cerrar el despacho de la Fundació Jordi Pujol que tenía su sede en el Passeig de Gràcia. Hoy, el ex President trabaja con sus papeles en lo que fue portería de su casa familiar de siempre en el número 96 de la calle General Mitre.