La dificultad de ser profeta en su tierra

Ya lo dice el refrán: «Nadie es profeta en su tierra». Y bien que lo saben los actuales dirigentes del Partido Popular de Catalunya. Nunca antes Tarragona había estado tan presente en una formación política de cara a unas elecciones catalanas: el número 1 del PPC por Barcelona, el presidenciable, era Alejandro Fernández, mientras que su lugarteniente, la número 2, era la también tarraconense Lorena Roldán, que dejó unos días antes de las elecciones su puesto en Ciutadans para irse al PPC. Y ya es casualidad que, precisamente en la ocasión en que Tarragona pinta tanto, la provincia responda negando por primera vez un escaño a los populares.

Estoy convencido de que hay múltiples razones para esta debacle y estoy seguro de que el PPC ya las está analizando, pero yo no descartaría otra que he escuchado mucho en los últimos días. «Tanto presumir de tarragonismo, tanto quejarse del centralismo de Barcelona –recordemos que fue Alejandro el que acuñó el término ‘Barcelunya’– para después, aunque vive en Tarragona, presentarse a los comicios por... Barcelona». Quizá Alejandro, que ya en 2017 sufrió para entrar en el Parlament, sabía algo que los demás desconocíamos, toda vez que los tres escaños que ha obtenido el PPC los ha sacado en Barcelona. Igual él ya era consciente de lo difícil que resulta ser profeta en su tierra.