La factura escolar: ¿hace falta tanto?

La 'factura de septiembre' no debería sobrepasar los 150 euros por cada niño

19 mayo 2017 18:13 | Actualizado a 21 mayo 2017 15:09
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Llega el mes de septiembre y con él un mes muy cuesta arriba para los padres que han de llevar a sus hijos al colegio. Es la “factura del mes de septiembre”, la factura escolar.

Para empezar las clases, los niños y niñas necesitan un montón de cosas que se reducen en dos: vestimenta y material escolar y deportivo.

Los niños crecen y no pueden utilizar la ropa que llevaban el curso anterior. Una madre me dice que espera hasta el final para comprar la ropa necesaria, porque les debe durar todo tiempo y ellos cambian de talla a veces en meses. Por tanto, hay que proveer de ropa: calzado, pantalón y/o falda, un polo o top, más calcetines y ropa interior. Además, hay que añadir la ropa de deporte y el material escolar.

Hay niños que quieren comenzar el colegio con todo nuevo, desde la ropa hasta el material escolar. En muchas familias esto no es posible, y en general diría poco educativo, porque todo niño debe aprender a valorar las cosas, y así los lápices, bolígrafos, lápices de colores, rotuladores, compases, reglas, etc., pueden servir los mismos que el curso anterior, y hay ropa usada que no conviene tirar.

Por otro lado, en los colegios que utilizan uniforme –cada vez hay más colegios públicos que lo utilizan porque es práctico—este lo puede heredar el hermano o hermana menor, lo mismo que libros y otro material escolar.

Cuando empieza el curso, los padres se han dejado una media de 250 o 300 euros por hijo. Cuando son varios hijos, la “factura de septiembre” a veces es insostenible. Hay que aprender a reutilizar material y ropa. Y entonces, eso sí, se pueden hacer la foto antes de salir de casa. “¡Clic!”.

Al llegar ahí, los padres, si trabajan los dos --que es bastante habitual-- ya habrán solucionado la entrada y salida de la escuela, y pensar en qué van a hacer los hijos si llegan a casa antes que sus padres. Este es otro capítulo, como el de las comidas, las cenas, las lavadoras, los deberes escolares, la necesaria presencia del padre y de la madre (saber escuchar antes que hablar) por la noche. La colaboración entre distintas parejas de padres es muy importante para solucionar muchas cuestiones logísticas y organizativas. Si todo eso provoca estrés a los padres –la madre especialmente-- quiere decir que hay que hacer un nuevo planteamiento. A veces es cuestión de reorganizarse, pero lo que no debe faltar es la alegría, pues el estrés mata la alegría y multiplica los nervios. Tampoco se trata de tener la casa toda pluscuamperfecta, pues los niños aprecian más los sentimientos y el cariño de sus padres que otra cosa. Además, los niños deben aprender a ayudar en casa.

El problema de la “factura de septiembre” debería ser resuelto en parte por los padres y en buena parte por los colegios. Los padres no deben corresponder a los caprichos de sus hijas e hijos que quieren prendas de moda (por eso es mejor si hay uniforme), y los niños deben respetar la voluntad de sus padres.

Pero ¿cómo rebajar la factura? Los colegios deben favorecer la reutilización de libros y material escolar, de modo que no haga falta escribir o pintar sobre los libros de texto. Los padres deben insistir en este aspecto.

No se pueden cambiar los libros cada curso, porque no hay avances pedagógicos cada curso como para cambiar la metodología, diseño, presentación, etc. A veces da pena también ver a niños pequeños que arrastran una bolsa del cole que es más grande que ellos. ¿No será demasiado? ¿Tanto hace falta para un niño pequeño?

La “factura de septiembre” no debería sobrepasar los 150 euros por cada niño y debería ser analizada todos los años, antes de terminar el curso, por padres y profesores. Los libros de texto no pueden ser un modo de ganar dinero por parte del colegio.

Llega por fin el día de ir al colegio. Caras esperanzadas e ilusionadas con ojos de niños salen de casa. Ellos reencontrarán a sus amigos y amigas, y los profesores tienen ante sí un nuevo reto, un nuevo curso. Sería muy bueno que los profesores no pusieran cara de cansados el primer día y vivieran la alegría de la novedad, del nuevo curso, en lugar de lanzarse a manifestaciones como hemos visto días pasados en Barcelona.

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