La política y los amores de pareja

El enchufismo ahora no consiste en ser pariente legal de los altos cargos, sino basta con ser pariente

19 mayo 2017 22:27 | Actualizado a 22 mayo 2017 18:04
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Ahora ya no hay incompatibilidades por parentesco familiar propiamente dicho, sino que se colocan a las parejas y a los familiares de esta. Esto tiene una enorme ventaja. Las parejas de hecho no tienen cuñados, ni sobrinos, ni suegros, ni consuegros del otro u otra, con lo que el enchufismo queda mucho más reducido y disimulado.

La alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, ha inventado una fórmula imaginativa: ha colocado a su pareja, Adrià Alemany, como asesor personal Responsable de Relaciones Institucionales, pero eso sí, a sueldo de la plataforma política “Barcelona en comú” que ella lidera. Nadie puede decir que la pareja de la alcaldesa cobra del Ayuntamiento, aunque tenga despacho permanente en él. Los aduladores de la Colau, que ya se han posicionado, califican a Adrià de hombre “muy cualificado”. Y claro, los hermanos y sobrinos de la pareja ya no son parientes “legales” de la alcaldesa, con lo que pueden colocarse de tres en tres en despachos “cualificados”. Toda una ventaja. Ha dicho Monedero (Podemos): “Las críticas son injustas porque Adrià Alemany es cofundador de la PAH”, la plataforma de las hipotecas. ¡Vaya experiencia política e institucional!

Los tiempos políticos han cambiado. Eso ya no es como hacían el PP, el PSOE, CiU y otros de colocar a hermanos, cuñados, sobrinos, consuegros y homologados. Con la cuestión de “la pareja” ahora han sido eliminados de cuajo los consuegros, los suegros, los cuñados y cuñadas y la mitad de los sobrinos. La posibilidad de clientelismo familiar se ha reducido a la mitad, pues oficialmente, o civilmente, aquellos no tienen relación de parentesco con los de “arriba”, sino solo con sus “parejas”.

El enchufismo ahora no consiste en ser pariente legal de los altos cargos, sino basta con ser pariente de “la pareja” del alto cargo para que la cosa sea “legal”, y así Ciudadanos, que cree tanto en las parejas de hecho emulando a las izquierdas, rebaja su código de conducta, pues no lo hace extensivo sus incompatibilidades a los familiares de “la pareja”. Mira por dónde la regeneración de la política española ha venido a través de las “parejas” de los altos cargos.

Un sufridor en términos de pareja ha sido el ministro, hoy ex ministro, de Educación, José Ignacio Wert, su secretaria de Estado de Educación, la acaudalada Montserrat Gomendio, la cual se ha ido a París como directora general adjunta de Educación de la OCDE, para huir de Madrid y de su ex marido, un investigador del CSIC, que reclama la mitad del amplio patrimonio familiar de Gomendio, que es mucho y, según los jueces, puede esconderlo en paraísos fiscales. Wert tras su divorcio con la tertuliana de la Cope, Edurne Uriarte, ni querría continuar en Madrid y por eso ha sido nombrado embajador ante la OCDE, al lado de su novia con la que se casará en julio. París bien vale un ministerio.

El ex presidente Extremadura, José Antonio Monago, también compartía su tiempo entre Mérida y Canarias, adonde iba a visitar a su amante, Olga María Henao, colombiana, que tras romper con Monago se unió al diputado del PP de Teruel, Carlos Muñoz Obón, un abogado divorciado. Todo terminó entre escándalos, al demostrarse que tanto Monago como Muñoz Obón pagaban sus viajes amorosos a Canarias con los fondos del Senado y del Congreso, respectivamente. Muñoz tuvo que dimitir, y Monago se ha quedado sin novia, descompuesto y sin presidencia.

El ex ministro de Justicia y europarlamentario, el socialista Juan Fernando López Aguilar, autor de la ley contra la violencia machista, ha sido acusado por su mujer precisamente de violencia machista tras un escandaloso divorcio.

Y Felipe González también se ha casado de nuevo, esta vez con Mar García, tras romper con Carmen Romero, aquella que no quería acompañar a Felipe en los actos públicos para preservar su intimidad. Pues así le fue.

Y por no decir, pongamos el caso del rey Juan Carlos, pues de todos son conocidos sus amores y romances que los combinaba con cacerías de elefantes.

En esto nos estamos pareciendo a Francia, donde Nicolás Sarkozy y François Hollande han dado muestras de gestionar (con muy escasa popularidad, hay que decirlo) potentes lances sentimentales con crisis políticas mundiales, alternando sonados divorcios con cumbres de jefes de Estado, y es que el corazón y la cabeza parece que van por vías paralelas, y estos políticos tienen tiempo para todo.

Los amoríos ya no son cosa de la prensa del corazón, de Isabel Preysler y otros, que a los pocos meses de enviudar de Miguel Boyer es feliz abrazando a todo un Premio Nobel, Mario Vargas Llosa, como no podía ser menos para la bella Isabel. Ahora la prensa del corazón se ha encaramado a los puestos de mando de la alta política y de la economía. Y, claro, la gente se queja de los políticos: no se puede repicar e ir a la procesión.

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