Montoro abre el grifo municipal

Tras el largo período de restricciones, Hacienda permitirá a los municipios gastar 5.000 millones del último superávit

 

03 marzo 2018 18:31 | Actualizado a 03 marzo 2018 18:33
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La férrea política presupuestaria que el ministro Montoro impuso a los municipios españoles ha dado sus frutos y los ayuntamientos acumulan ya, en su conjunto, el sexto año consecutivo de superávit. Ante esta situación, el titular de Hacienda se ha mostrado dispuesto a abrir la espita y permitir que los municipios recuperen el pulso inversor que durante estos últimos años no han podido aplicar. Hasta ahora, el margen para realizar mejoras en las poblaciones era mínimo. La ley Montoro obligaba a los ayuntamientos a priorizar todo superávit para la amortización de la deuda, con lo que sólo podían saltarse esta norma aquellos municipios que podían presumir de estar limpios de deuda. En la demarcación de Tarragona estaba el caso de Vila-seca, que saldó todas las cuentas pendientes con las entidades de crédito para poder realizar políticas de inversión para las mejoras de la localidad. La oleada de quejas de los alcaldes ante la imposibilidad de dar respuesta a las demandas de los ciudadanos, ha terminado de obligar a Montoro a dar su brazo a torcer. El Ministerio de Hacienda se ha comprometido a que los ayuntamientos puedan emplear, a partir de este mismo mes, los 5.000 millones de superávit de 2017 durante este año y el próximo. El cercano horizonte de las elecciones municipales también habrá sumado a la hora de abrir el grifo. Siempre es más agradable acudir a la cita con las urnas con un paquete de obras bajo el brazo. Cabe esperar que los ayuntamientos manirrotos hayan aprendido la lección. Venimos de unos tiempos en los que cada pueblo competía en tener todo tipo de servicios, muchos de ellos en exceso suntuarios y a todas luces desproporcionados. Aquellas políticas de despilfarro llevaron al municipalismo a la bancarrota. Y de un extremo fuimos a parar al otro. Al gastar de forma desaforada no quedó caja ni para las obras más perentorias. Al fin se acaba el prolongado tiempo de estrechez. Y lo hace con la necesaria apelación a la responsabilidad de nuestros ediles para no tropezar dos veces en la misma piedra.

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