'Seny' y burocracia catalana

Advertían al propietario de que si quería retirar maleza debía presentar la correspondiente solicitud

19 mayo 2017 22:03 | Actualizado a 22 mayo 2017 14:26
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Parece que la burocracia ha perdido el ‘seny’ o, lo que es lo mismo, el sentido común. La administración y su correspondiente burocracia deben estar al servicio del administrado y tratar, en la medida de lo posible, de resolver sus problemas cotidianos.

Cuando se aprobó la Constitución de 1978, actualmente vigente, con su título VIII incluido, dedicado a las Comunidades Autónomas, en Catalunya se argumentaron reiteradamente sus excelencias por el hecho de que la administración iba a estar más cerca de los administrados, con las ventajas consiguientes. Ya no sería necesario, en muchos casos, acudir a Madrid para determinadas gestiones, pues éstas podrían llevarse a cabo sin tener que viajar. La experiencia ha puesto de manifiesto que, en efecto, ya no hay que viajar para muchas cosas, pero en ocasiones el sentido común se ha perdido.

Y me refiero a aquél sentido común que ha sabido cultivar lecciones tan valiosas como que hay que trabajar para poder tener un techo propio sobre la cabeza; que se necesita leer todos los días un poco; no gastes más de lo que ganas; saber porque los pájaros que madrugan consiguen lombrices y también por reconocer la validez de frases como «la vida no es siempre justa» y «tal vez haya sido yo el responsable». Y normas como aquélla por la que se necesita el permiso de los padres para administrar una aspirina a su hija en el colegio y aquélla otra por la que no se puede informar a los padres si una alumna está embarazada y quiere abortar.

Pero volvamos a la burocracia administrativa con dos casos concretos. El primero el de un amigo propietario de una finca forestal, cercana a Tarragona, que un buen día con su trabajo y medios propios decidió limpiar los márgenes de un camino para evitar que alguna colilla pudiera iniciar, como suele ocurrir con frecuencia, un incendio en el bosque. Pero en plena labor fue sorprendido por unos agentes forestales que, además de recriminar su acción porque no disponía de permiso, levantaron una denuncia por tales hechos. Al cabo de unos días recibió un extenso papeleo del Departamento de Agricultura en el que, entre otras cosas, le advertían que si quería retirar maleza del bosque debía presentar previamente la correspondiente instancia de solicitud ante la administración autonómica competente, indicando el nombre en latín de las especies vegetales a retirar.

Y el segundo caso concreto, también en el ámbito tarraconense, y que afecta a otro Departamento de la Generalitat de Catalunya y a una administración local. Para proceder al simple remozado y pintado de una pared, recayente a un patio interior de una casa ubicada dentro del perímetro de un Conjunto Histórico Artístico de la Generalitat de Catalunya, ha habido que someterse a la doble autorización del Ayuntamiento correspondiente y del Departamento de Cultura de la Generalitat. Un arquitecto debió elaborar un proyecto de la obra de remozado y pintado de la mencionada pared, para remitirlo a la Direcció General d´Arxius, Biblioteques, Museus i Patrimoni para que, reunida la Comisión pertinente procediera, a la emisión de un informe y a su aprobación por unanimidad. Y todo ello, además del pertinente informe de los servicios técnicos municipales.

En el informe autonómico, continuando con la excesiva burocracia, entre otras muchas cosas, se recomienda que respecto de los bajantes de aguas residuales, actualmente situados en la fachada interior del edificio, se reubiquen por el interior de la construcción al objeto de que los valores arquitectónicos de la fachada interior queden realzados.

Bueno y todo lo anterior sin hacer referencia a los costes económicos de arquitecto, aparejador, remozado y pintado, control de seguridad, control de residuos, emisión de licencia municipal, fianzas, tasas y demás. Como me comentaba el empresario industrial encargado de la obra de remozado y pintado, es como para pensárselo dos veces. Como decía al principio excesiva burocracia administrativa y pérdida total del seny o sentido común.

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