Un caso de ingratitud

19 mayo 2017 17:44 | Actualizado a 21 mayo 2017 15:31
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No sé si Bob Dylan recibió de pequeño poca educación o la perdió por el camino.

La Academia sueca ha desistido de comunicar con él para la concesión del Nobel de Literatura. Tras cuatro días intentándolo, ha concluido que no se pone al teléfono ni responde a mensajes. Al día siguiente el cantautor dio un concierto y no hizo tampoco la menor referencia al Premio que acababa de serle otorgado.

Quienes le conocen dicen que actuó de modo parecido cuando le concedieron el Pulitzer y el Príncipe de Asturias, que no recogió. Premiar a Dylan –ha dicho un admirador– es como ponerle una placa al Everest. No la necesita.

Marcel Marceau, el gran artista del mimo, recordó siempre que un día, tras una función, una viejecita llamó a su camerino y se limitó a decirle: «Gracias por existir». Era una persona anónima, que no cantaba, ni era famosa, pero en algo superaba a Bob Dylan: era agradecida.

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