Vocación de servicio

No está muy claro que sirvamos para otras cosas, pero estamos sirviendo de ejemplo. El presidente del Banco Central Europeo, Mario Draghi, al que se le supone que debe saber de números, incluso de números rojos, ha ensalzado las medidas tomadas por nuestro Gobierno. Al parecer somos un modelo, aunque no nos caiga bien a todos para desfilar por la pasarela. Ya se sabe que entre los sastres no se cobran las hechuras, pero aunque todo vaya manga por hombro, somos imitables, y deben plagiarnos otros países. Sobre todo los que tienen una inferior capacidad de aguante. España ha medido bien las distancias, incluso las medidas de la bota malaya, aunque cojeé de los dos pies, porque ambos son más cortos que el otro. Hay quien anda peor que de rodillas, pero no deja de ser estimulante que ya que servimos para otras cosas, sirvamos de ejemplo.

Los únicos que en verdad son ejemplarizantes son los que siguen trabajando por un dinero que en la mano no se ve. Si nos salvamos todos no será por Bankia, sino por los que están remando en una galera, con ambos ojos en al tierra prometida y los brazos en el remo. El tercer ojo, con perdón, lo tenemos puesto en los partidos políticos. Todos tienen razón en los mítines. Lástima que «lenguas sin manos» osen hablar. El combate verbal está muy igualado y como no es posible declararlo nulo, alguno tiene que proclamarse vencedor. Las encuestas, que siempre influyen más de la cuenta y del recuento de votos, mantienen el empate técnico entre PP, PSOE, Podemos y Ciudadanos. El más convincente de sus líderes o el menos rechazable será el que se lleve el gato escaldado al agua. Felipe González, que fue un gran presidente antes de ser un grandioso potentado, pide al PSOE que se agrupe en torno a Pedro Sánchez, sabiendo que no va a producirse ningún tumulto. ¿Cuál es el valor diferencial de los candidatos? ¿Eso depende del precio y del aprecio? Nosotros estamos para servirlos y dar buen ejemplo.