La Audiencia Nacional absolvió a Josep Lluís Trapero y a la cúpula de Interior, Cèsar Puig entre otros, por quien me alegro.
Durante el juicio del Procés, el mayor declaró ante el Supremo como testimonio de la defensa del conseller Forn (que asumía el abogado Melero). Para sorpresa de todos, al rebatir las tesis de la fiscalía sobre la complicidad de los Mossos con la DUI, reveló que él mismo llamó al presidente del TSJC para ofrecerse si convenía detener a Puigdemont.
Su testimonio fue muy efectivo para desbaratar la acusación de rebelión, pero poco agradable de oír por parte de los líderes independentistas. Desde entonces Trapero dejó de ser Gary Cooper que luchaba contra el Estado opresor. Su absolución y soledad parten de aquel momento.