Decidí devolver gran parte del presupuesto que teníamos asignado el año pasado para la difusión de las cuatro investigaciones que realizamos sobre las campañas de desinformación por parte de la extrema derecha y grupos de la conspiración en Europa. No tuve más remedio.
Teníamos ya programados varios anuncios en redes sociales con los principales datos de las investigaciones y habíamos desarrollado los productos audiovisuales asociados a los casos.
La idea era llegar a más gente y concienciar sobre el peligro que supone para la sociedad las noticias falsas y los ataques contra aquellos que intentan exponerlas.
Me vi obligado a detener todas esas publicaciones ante la avalancha de amenazas y mensajes de odio desacreditando la labor de Faktograf, uno de los medios que colabora con nosotros en estas investigaciones, ya que temí que ese tipo de campañas de intimidación se propagaran a los protagonistas de los otros casos.
Solo un dato que puede servir para entender el alcance de aquella campaña de acoso contra nuestros compañeros: organizaciones de Estados Unidos que se habían posicionado a favor del asalto al Capitolio el 6 de enero de 2021 hacían ahora lo propio contra Faktograf (un medio pequeño de Croacia) publicando en su perfil de X la fotografía de la directora ejecutiva del medio de comunicación.
Una táctica para ponerla en el punto de mira y una evidencia más de la coalescencia de estos grupos. Sin embargo, el grueso de las campañas de desinformación e intimidación contra este medio de comunicación son instigados por los propios políticos de carácter populista de Croacia y el resto de figuras influyentes que forman parte del ecosistema conspiranoico del país.
Unos actores que recientemente han vuelto a la carga. Hace pocas semanas, Faktograf lanzaba el Climate Portal, una web para desmentir las noticias falsas de los negacionistas de la crisis climática, un tema que los políticos populistas del país balcánico han capitalizado para obtener un rédito político en las elecciones generales. De hecho, los comicios se celebran hoy, 17 de abril. Veremos si esta táctica les ha funcionado.
Desde la pandemia del coronavirus, las tesis negacionistas que aseguran que el deterioro medioambiental es una invención de una élite económica global se han disparado en todo el mundo, y especialmente en Europa, auspiciadas por el auge de los populismos.
De acuerdo a las tesis que defienden, esta élite controla las instituciones públicas y los medios de comunicación y, por lo tanto, toda agresión dirigida contra los periodistas está considerada como una legítima defensa. En este contexto, el Instituto Internacional de la Prensa (IPI) ha publicado recientemente el informe Climate and Environmental Journalism under Fire, en el que mi compañera Barbara Trionfi ha analizado las amenazas específicas a las que se enfrentan los periodistas especializados en cambio climático en todo el mundo, ya que estos no sólo están en el punto de mira de los políticos.
Las corporaciones, cuyas actividades tienen un gran impacto en la polución, también tienen grandes intereses económicos. Por otro lado, estas actividades suelen acometerse en lugares remotos a los que es peligroso acceder.
Además, los periodistas locales que investigan delitos medioambientales son especialmente vulnerables, incluso a los ataques de miembros de su propia comunidad que están implicados en actividades ilegales o se benefician de ellas.
Otro de los aspectos a tener en cuenta es que muchos de estos reporteros son autónomos y, por lo tanto, no tienen los niveles de protección de aquellos que trabajan para grandes medios de comunicación. Y, por si fuera poco, la polarización en torno a esta cuestión genera una enorme hostilidad contra los periodistas, que a menudo son acusados de tomar partido. El informe se realizó a través de entrevistas a 40 periodistas, entre las que destaca la cita de un periodista del Sudeste Asiático: «Los medios independientes pequeños son más agresivos en sus investigaciones, más independientes, pero también están menos protegidos».
Espero que esta columna sirva como homenaje a Faktograf, uno de esos pequeños medios independientes que no sacrifican un ápice de calidad periodística a pesar de las dificultades económicas y los embates de los populismos que apelan al miedo y a la violencia para acallar su voz.