No sé si Puigdemont seguirá en Bruselas al lado del Manneken Pis, o en Copenhague, al lado de la Sirenita, que homenajea al escritor Andersen, famoso por sus cuentos.
La política catalana parece un cuento: tenemos una República virtual, un President que sin dejar de serlo –según sus argumentos- podría volver a serlo, y no se sabe si la elección se producirá con él en Bruselas, en Copenhague, en Barcelona o en la cárcel. O si dará el ‘paso al lado’, expresión que saltó de la sardana a la política.
He leído que si es elegido la toma de posesión podría ser en la delegación de la Generalitat en Bruselas; y que si continúa el 155, quien puede ser que comparezca ante el Parlament en el día a día sea Millo.
Ni Andersen tenía una imaginación tan creativa.