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    ¿Cuánto le queda a La Habana de hoy?

    25 agosto 2022 19:13 | Actualizado a 26 agosto 2022 07:00
    Martín Garrido Melero
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    Si les digo que hace unos días me he tomado un daiquiri en el Floridita y un mojito en la Bodeguita del Medio muchos de ustedes sabrán, incluso sin haber estado allí nunca, que me los he tomado en La Habana (o la Havana). Algunos amigos viajeros me han preguntado qué me ha parecido la situación en Cuba en estos momentos. Poco serio les puedo decir, sólo impresiones de un turista vulgar en un lugar que requiere tiempo y conocimientos, como todos por otra parte. Pero a veces esa impresión pasajera, no documentada, totalmente infantil, es más exacta y profunda que cientos de análisis e informaciones y decenas de años de estancia. Mi breve contestación a la pregunta de mis amigos ha sido muy escueta: !Fatal¡. Quizás merece la pena que les de algunas pistas.

    1¿Privatizar la economía? Un día me entretuve oyendo una larga e importante entrevista de la ministra de comercio interior y la viceministra de comercio exterior, o al revés, poco importa. Las dos jugaban con las palabras y con los conceptos para anunciar que se iban a tomar medidas para incrementar la participación del capital privado en la economía, especialmente de las empresas que operaban ya en Cuba, pero que eso no implicaba prescindir de los principios revolucionarios. Les confieso que no me enteré de nada en concreto, excepto que como buenas políticas querían nadar y guardar la ropa. ¿Se va privatizar la economía o no, o hasta qué punto se va a hacer? «¿Se ha enterado usted de algo?», pregunté por la mañana a un comerciante; «De nada, y además es muy raro que no estuviera el ministro y viniera Teresita», me contestó.

    2Crítica callejera. Como nuestro hotel estaba al final del famoso Malecón, muy cerca del Riviera de El padrino y del Melíá Cohiba (cerrados por los efectos de la pandemia) había que recorrer en coche unos cuantos kilómetros para llegar al centro. La conversación con los sucesivos conductores era siempre la misma y en todos los casos las respuestas eran igualmente las mismas «Así no se puede seguir». Los más nostálgicos añadían: «Esto con Fidel no habría pasado»; los más cáusticos decían «mientras nosotros nos morimos de hambre, esos no la pasan» (y «esos» no éramos nosotros o los americanos, ostensiblemente bien alimentados, sino sus propios jerarcas).

    3Restricciones. Colas en los cajeros para sacar dinero, en la mayoría de los casos inútiles porque no hay dinero, colas en los bancos para lo mismo, colas en los mercados para obtener lo más necesario para comer o simplemente para el aseo, cortes constantes de luz (salvo en los hoteles internacionales, que funcionan como una isla), desconexión con internet. Ocho horas estuve para conseguir un simple pasaje de avión para salir de la isla, simplemente porque no había conexión con internet.

    Todavía sigue existiendo la moneda para extranjeros (que se cambia cinco veces menos que el cambio en pesos ordinarios)

    «No hay una botella de agua, hoy no nos la han traído», dicen en un magnífico y vacío restaurante del régimen a la otra parte de la mayor fortaleza española en América. Puedes tomarte con la langosta un vino español sin embargo no hay ni una simple botella de agua. Porque hay restaurantes privados y del régimen, en una economía que ya no hay quien la entienda, ni siquiera la viceministra Teresita. En otro privado cuyas ventanas daban a uno público al otro lado de la calle, podía verse la diferencia: el privado, lleno; el del régimen, esperando algún cliente despistado. ¿Por qué?

    4Ficciones legales. Todavía sigue existiendo la moneda para extranjeros (que se cambia cinco veces menos que el cambio en pesos ordinarios). «¿Quiere usted decirme que voy a tener que pagar por esta copa cinco veces más por ser extranjero?», dices a un camarero en el Nacional, el mítico hotel de la Habana por la que han pasado todos los famosos de todas las épocas. El Hotel Nacional sigue siendo el buque estrella del régimen. Y entonces, sin pedirlo, el camarero hace una larga reflexión, que termina con que con la copa pedida no es posible pero que los daiquiris se pueden pagar en pesos ordinarios (es decir, cinco veces menos), pero sin decirlo muy alto, como a escondidas. Pero en el Floridita, que también es del Estado, no bajan la guardia y exigen pagar rigurosamente cinco cochinos dólares capitalistas por cada uno.

    Se ve que el régimen necesita dólares, aunque sea a base de daiquiris.

    5A la espera del turismo. Este mes han abierto vuelos internacionales al interior de la isla. Hay ya varios vuelos directos a USA desde la Habana, pero si quieres comprar un billete lo primero que te dicen es que no saben si las autoridades americanas te permitirán pasar y te dan la lista de los que no lo han conseguido en el día, lo que te da mal cuerpo. Aunque hay hoteles cerrados por la pandemia, se han abierto varios nuevos espectaculares en los dos últimos años. Se espera al turismo. Está a punto de llegar, y cuando llegue en masa, nada de lo que fue La Habana, de lo bueno y de lo malo, seguirá existiendo, y todo se convertirá en un parque temático insoportable.

    6El final. La primera y única sensación que te queda es que estamos al final de una época. Pero se ha hablado tantas veces del final del régimen castrista de Cuba, especialmente después de la caída de la antigua URSS y de la muerte de Fidel Castro, que parece que ese final no viene nunca. Y, sin embargo, cuando has presenciado otros finales, los paralelismos son demasiados para no ser consciente que el régimen actual no da más de sí.

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