He descubierto que el ordenador me conoce más que yo a él. Navego por Google, busco por ejemplo ‘Massachusets’ y el ordenador me corrige ‘Massachusetts’, que es como se escribe correctamente. Eso sí, no me echa en cara el error, se limita a avisarme.
Voy al Twitter y me hago seguidor de Pablo Iglesias. Al poco tiempo recibo un mensaje que me dice: quizá quiera usted seguir también a Errejón , Monedero, etc. No, no quiero, con uno tengo bastante. Paso a You Tube y sigo un discurso de David Cameron. El ordenador piensa cuáles pueden ser mis intereses y me ofrece discursos de William Hague, líder de los Comunes; de George Osborne, canciller de Hacienda; de Boris Johnson, el despeinado alcalde de Londres…
No hago ni caso, no voy a seguir a todo conservador que se mueva. El ordenador, que también conoce mi temperamento moderado, no insiste. En esto hay que reconocerle cierta elegancia.