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El paro

09 febrero 2023 18:15 | Actualizado a 10 febrero 2023 06:00
Manuel Vilas
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Nunca he entendido por qué España es el país con el mayor número de desempleados de toda la Unión Europea. Desde hace décadas nos hemos acostumbrado a que esto sea así y ya ni nos inmutamos, pensamos que es lo normal, o que el paro es nuestra manera de estar en el mundo.

Todo el arco ideológico de nuestra política acepta que lo único que se puede hacer frente al paro es que como mucho baje unas décimas, y cuando esto ocurre los Gobiernos se ponen exultantes. El paro tiene una dimensión moral catastrófica. Son miles de hombres y mujeres que no intervienen en la realidad social. El paro es la inacción. El paro no es solo dejar de cobrar un sueldo, es también la inmovilidad. El paro urde pesimismo.

El paro también les dice a los que trabajan que son unos privilegiados más por estar socialmente vivos que por tener un sueldo. El paro es la muerte en vida. El paro simboliza una sociedad carente de imaginación. El paro viene a decir que ya está todo hecho.

Que no hace falta nada más. Que no hacen falta más tiendas, más carreteras, más fábricas, más casas, más colegios, más barcos, más trenes, más hospitales, más libros, más zapatos, más muebles, más periódicos, más ordenadores, más abogados, más periodistas, más médicos, más jardineros, más taxistas, más pescadores. Por eso en España hay esa sensación de pesimismo ambiental, esa sensación de que el país sale adelante por arte de magia.

No, no estudies esa carrera porque está llena de paro. No, no montes ese negocio porque te morirás de hambre. No, no te cambies de coche porque ya no vale la pena ir a ningún sitio. La muerte del trabajo al final crea un país de zombis y consolida una sociedad que expulsa el ansia de prosperidad de su seno. Sin embargo, el trabajo es la vida.

El trabajo es la modificación de las cosas, es la invención de realidades nuevas, es la más alta manifestación del ingenio, y por tanto de la libertad. El paro es el cementerio de las almas. Ya no es una cuestión económica, no es un problema de macroeconomía, es un problema filosófico. Si no trabajas, la vida no existe. El trabajo refleja la actividad del ser humano sobre la tierra.

Yo no puedo comprender este suicidio colectivo, esta aceptación de que España será siempre no el país de la prosperidad sino el grandioso país del paro, el país con más parados del mundo occidental, el país sin fraternidad laboral. Mientras tanto, la conversación pública se dedica a ver si tal o cual famoso se casa o se divorcia y cosas así. Y eso es todo, compatriotas, pues la palabra paro lo dice todo.

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