Jueces de estilo

Deberíamos incorporar con urgencia jueces de estilo en los casos de corrupción, como hacen en la natación sincronizada o en los saltos de trampolín. Hay una dimensión estética en el mangoneo ibérico que tenemos que proteger y que va más allá de los aburridos procesos penales.

El ‘caso Mediador’, en este sentido, resulta ejemplar: tiene su poquito de putas, su poquito de cocaína, sus fotos en paños menores, su general de la Guardia Civil con las cajas de zapatos llenas de billetes, una amante poéticamente llamada Chocho Volador...

Debemos, no obstante, defender la presunción de inocencia del Tito Berni. Sus argumentos me han parecido creíbles y hasta irrefutables. Sepan ustedes que una noche le llamaron a la puerta en el hotel y le hicieron pasar a otra habitación en la que mujeres jóvenes y guapas se le abalanzaron impulsivamente.

Nunca debemos despreciar el encanto feromónico de una barriga peluda, Tito Berni, en eso estoy de acuerdo. Con una explicación tan convincente para esas fotos confusas, lo que me extraña es que el PSOE haya reaccionado con furia. Yo tiendo a echarle más la culpa al famoso mediador, Marco Antonio Navarro Tacoronte, un hombre que en el siglo I antes de Cristo hubiera asumido el mando de las legiones de César en la Hispania Citerior y que hoy se ve reducido a falsificar documentos y a conducir sin carné.

De todos modos, Tito Berni, si de verdad te fuiste de putas justo después de condenar la prostitución en el Congreso, ese salto mortal carpado con doble tirabuzón merecería de los jueces de estilo un 9,5 tirando por lo bajo.