Cuando el dinero no da la felicidad

En un mundo donde las apariencias se han convertido en una marca de identidad personal –solo basta darse un paseo por las redes sociales para comprobarlo–, cada día me merecen más respeto esas personas que viven de acuerdo a sus principios y que actúan de forma coherente con su forma de ver la vida. Claro que esto ahora no se lleva y quien se comporta de esta manera es tildado de friki o loco. Es lo que ha pasado con esa pareja india que ha donado toda su fortuna, estimada en 200 millones de rupias (casi 2,4 millones de dólares), arrojándola por las calles de una ciudad en el oeste de aquel país asiático, como parte del proceso para desprenderse de lo material antes de convertirse en monjes jainistas. Un vídeo que ya corre con cierto éxito por las redes sociales muestra a la pareja montada junto a un grupo de personas sobre una carroza decorada tirando billetes, ropa y bolsas con pertenencias a un grupo de personas que asoman sus manos para recoger todo cuanto cae sobre sus cabezas. A pesar de lo extraño que pueda parecer, no es la primera familia adinerada de la India que abandona su vida de abundancia para convertirse a una religión. En 2015, el empresario Bhanwarlal Doshi, conocido como «el rey del plástico», sorprendió al mundo cuando decidió donar todo su imperio, estimado en 600 millones de rupias (poco más de 7 millones de dólares) para ser predicador jainista. Y Dipesh y Pika Shah, un matrimonio multimillonario exitoso en la comercialización de diamantes, también renunció a su vida de lujos para vivir de la caridad en la calle años después de que su hijo decidiera convertirse en monje. Quizá después de todo sea verdad aquello de que el dinero no da la felicidad.