‘Amparito Roca’, pura emoción

Hace unos días me emocioné –incluso colgué el vídeo en las redes sociales– al ver a la banda Beti Argi de Ordizia –mi pueblo, en Guipúzcoa– tocar el Amparito Roca, ese pasodoble convertido en la banda sonora de las fiestas de Santa Tecla de Tarragona en las que ya estamos inmersos.

Me comentan que esta pieza musical fue compuesta en 1925 por el músico y compositor barcelonés Jaume Teixidor Dalmau y que le puso ese nombre en honor a una joven alumna suya, a quien daba clases de piano y era muy amiga de su hija María Teresa.

Me dicen también los entendidos que es un pasodoble «de los de ritmo binario, normalmente 2/4 y también 6/8». Y me pueden seguir explicando muchos más datos técnicos, pero ninguno de ellos –ni siquiera la suma de todos– puede explicar lo que sucede en Tarragona estos días cuando el Amparito Roca surge de los instrumentos de la orquesta para ser coreado –«lolo, lololo, lololololololo...»– por miles de gargantas.

En varias ocasiones he invitado a familiares y amigos a las fiestas de Santa Tecla y no daban crédito a lo que veían. Y es que lo que sucede cuando suena esta canción solo se puede entender desde el campo de la emoción y los sentimientos.

Es lo que suele pasar con el arte, que se manifiesta cuando logra remover a la gente por dentro –en este caso, incluso por fuera–. Felices fiestas de Santa Tecla!