El superviviente

No logro quitarme de la cabeza la imagen de ese joven de 27 años de Costa de Marfil que se convirtió en el único superviviente de entre las 34 personas que montaron en aquella barca neumática que fue rescatada el sábado a unos 278 kilómetros del sur de Gran Canaria por un mercante.

Junto al joven hallaron en la barca los cadáveres de otras cuatro personas. A las 29 restantes, todas subsaharianas, se las tragó el mar. La precaria embarcación llevaba nueve días en el mar y todo apunta que podría haber partido de las costas del Sáhara, en un punto entre El Aaiún y Bojador. Pongámonos en el lugar de este joven.

Habría salido de su país en pos de un sueño que incluía una vida mejor. Habría ahorrado durante meses para pagar la travesía. Había subido a aquella barca con la ilusión de ser el último tramo del trayecto y la esperanza de estar a punto de pisar Europa, la tierra prometida. Y luego, el caos, la muerte, la nada... Nueve días viendo solo agua, en un mar picado por el temporal que la semana pasada azotó las islas Canarias. El frío, el hambre, la tristeza, la soledad...

¿Qué pensaría al ver morir a todos sus acompañantes? ¿De dónde sacaría fuerzas para continuar? Quisiera pensar que el hecho de que haya sobrevivido debería servir para conocer su historia y la de quienes se embarcaron con él y para que a través de su relato sintamos vergüenza por no hacer nada ante tanta muerte en el mar. ¿Hasta cuándo mantendremos los ojos cerrados ante semejante tragedia?