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Los errores que llevan a los cacos a la cárcel

16 septiembre 2023 15:47 | Actualizado a 17 septiembre 2023 14:00
Álex Saldaña
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En los medios se han publicado con gran profusión casos de ladrones despistados, cacos tan torpes que acababan entre rejas por detalles tan nimios como olvidarse el carnet de identidad en el lugar del robo; que se dejan convencer por su víctima (por ejemplo, el dueño de una tienda de cigarrillos en Bélgica) para que vuelvan más tarde, cuando tendría mas dinero en la caja –por supuesto, acabaron detenidos, pues, en efecto, volvieron más tarde y les estaba esperando la policía–; que dejan caer la pistola en mitad del atraco e incluso pierden los pantalones –todo al mismo tiempo–; o que lo cuente ese ladrón cuyo compañero de fechorías dejó inconsciente al tirarle a la cabeza la piedra con la que querían romper la luna de un escaparate que pretendían ‘limpiar’...

Sí, hay muchos casos que demuestran que a menudo los amigos de lo ajeno no son muy listos ni muy cuidadosos. Por eso me sorprendió leer la noticia de la detención de un hombre que atracó a punta de pistola y con el rostro oculto con una mascarilla y gafas de sol una sucursal bancaria de Cabañas de la Sagra (Toledo), donde, además de llevarse los 67.000 euros que había en la caja fuerte, obligó a la empleada que en ese momento se encontraba en el banco a limpiar con un trapo y amoniaco las partes del mostrador que él había tocado con el fin de borrar cualquier huella.

Pero a este hombre le perdió la ambición. Confiado, regresó al mismo banco a los cinco días con el fin de atracarlo de nuevo ataviado en esta ocasión con una peluca y gafas de sol.

Sin embargo, se encontró con una circunstancia que no había previsto: la entidad estaba cerrada y tuvo que marcharse. Pero su aspecto, con peluca y gafas de sol, llamó la atención de un agente. Ese fue su error.

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