Robar a Induráin tiene delito

Quiero pensar que los chorizos que han robado en el coche de Miguel Induráin en La Pineda y se han llevado la bici de su hermano Pruden no sabían lo que hacían, que no conocían la identidad de sus víctimas. Quiero pensar que estos ladrones no son conscientes de que han atacado a uno de los grandes ídolos de este país, a un campeón tan grande que fue capaz de lograr que renunciáramos con placer a algo tan sagrado como la siesta veraniega para ver cómo pulverizaba todos los registros en las contrarrelojes e iba dejando atrás a los rivales más aguerridos en empinadas cuestas de puertos de montaña que ascendía sin levantarse del sillín de su bicicleta, con tanta superioridad que parecía que no le costaba esfuerzo. Quiero pensar que esos cacos no sabían que atentaban contra un hombre que tantas tardes de gloria nos regaló y que merece más un homenaje que un atraco. Tampoco deben de haber caído en la cuenta de que la bici de Pruden que se han llevado y que tratarán de malvender sin entender su valor real es la de la sombra del campeón, la de ese hombre que siempre estaba pegado a él, con una bici de las mismas medidas que las de Miguelón para, en caso de avería o accidente, apearse y cedérsela sin perder un segundo. Quiero pensar que estos delincuentes, posiblemente de la zona, no son conscientes del daño reputacional que su ‘hazaña’ hace a un territorio que no se merece aparecer en los medios por una noticia negativa. Quiero pensar que las autoridades hacen lo posible para evitar que la inseguridad se instale por estos lares y para que ni Induráin ni los que somos simples mortales suframos las acciones de unos delincuentes que están creando una cada vez mayor sensación de inseguridad en la ciudadanía. Por querer, que no quede.