Uno de los peores

Es un lamento generalizado aquel que proclama que, lamentablemente, al frente de nuestra política no están los mejores. Y eso que es posible encontrar muy honrosas excepciones, personas con principios que se han metido allí con el firme convencimiento y la intención de mejorar la vida de sus conciudadanos. Pero, aceptémoslo, no están los mejores. Sin embargo, sí es posible encontrar entre la clase política algunos de los peores. Y en este caso sí que sobran los ejemplos. Uno de ellos es el ‘número dos’ del Gobierno madrileño, Enrique Ossorio, que afirmó, sin el menor rubor ni atisbo de vergüenza, que los familiares de las víctimas en las residencias durante la primera ola de la pandemia «ya lo han superado», como argumento para negar una comisión que averigüe lo que sucedió en los centros de mayores de la comunidad, donde fallecieron más de 7.200 personas. No, señor Ossorio, no lo han superado. Es muy difícil superar la muerte de un padre, de una madre, de un abuelo o una abuela, sobre todo si se produce en unas circunstancias que merece la pena investigar. Y no podrán hacerlo mientras no se aclare cómo y por qué murieron. Me temo que tras su negatividad y el recurso a algo tan ruin y miserable se esconde un interés por ocultar lo que sucedió en aquellos horribles días que levanta muchas sospechas. No entender a estas alturas que el ejercicio de la política exige honestidad, empatía y transparencia debería inhabilitar a alguien para ocupar un cargo público.