Durante ocho años, el fotógrafo japonés Kazuaki Koseki documentó los bosques de Tohoku para captar a las luciérnagas Himebotaru, una especie endémica amenazada por la crisis climática. Su serie ‘Summer Fairies’ combina arte y ciencia, revelando las trayectorias luminosas de estos insectos en paisajes nocturnos. Con sus imágenes, Koseki busca concienciar sobre la fragilidad de los ecosistemas: «La naturaleza es sublime y no debe ser destruida», afirma. Su obra, reconocida en el arte contemporáneo, es un llamado a proteger los ciclos naturales y a valorar la vida oculta en los bosques.
El maestro Miyazaki y su estudio Ghibli ya nos habían puesto la piel de gallina con su film La tumba de las luciérnagas. Narra la historia de dos hermanos en Kobe tras la Segunda Guerra Mundial y está considerada una de las más poderosas obras del Arte contra la guerra. La lucha contra el hambre de los dos hermanos tras los últimos bombardeos americanos y la lucha contra la maldad del mundo que no se apiadan de su hambre y de su desesperación (todo nos resuena de un modo punzante). El único tesoro de la pequeña es una luciérnaga que guarda en una caja de caramelos. Hace años que no veo luciérnagas.
Espero que esta noche, o cualquier noche que esté en este jardín o en cualquier otro, pueda verlas de nuevo. Antes de que desaparezcan, antes de que su luz se apague.