El último libro de Lluís Foix, La força de les arrels (Ed. Columna), es un homenaje a la naturaleza, cuyo ritmo es silencioso, tranquilo, pero cambiante. Un canto a la tierra que le vio nacer y a la que siempre regresa: Rocafort de Vallbona, a orillas del Riu Corb, modesto y tan discreto que solo de forma escondida es capaz de llegar hasta l’Estany d’Ivars.
El periodista que ha recorrido más de 80 países, es el mismo capaz de admirar un olivo retorcido y centenario, un cerezo que inaugura la temporada, un palosanto que la cierra, una higuera que crece en cualquier parte, o el ciprés que guarda la paz del cementerio.
El mismo que se conmueve viendo como regresan las golondrinas a su nido del año anterior, igual que él vuelve siempre a su tierra.