Opinión

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Uno de los titulares que hemos publicado en el Diari y que más me han hecho reir lo firmaba el maestro José Manuel Baselga en septiembre del año pasado: Atrapado en Sant Vicenç de Calders: «El GPS, que me ha ‘liao’». La noticia, bien resumida en el titular, explicaba que un camión de grandes dimensiones se quedó atrapado en una carretera estrecha cercana a El Vendrell, al confundirse el conductor con el Google Maps. Y es que esta aplicación tiene más poder del que nos pensamos, y nos la puede liar de lo lindo.

A finales del pasado mes de mayo, sin ir más lejos, Google Maps cerró por error siete autopistas clave en Alemania y provocó el caos en el país, con un atasco histórico. La aplicación mostraba con señales de «Prohibido el paso» las autopistas A1, A3, A4, A40, A45, A52 y A57, pese a allí que el tráfico fluía con normalidad, por lo que muchos conductores optaron por coger en masa carreteras secundarias, que colapsaron.

Pero Google también tiene poder para el bien. En Barcelona, la aplicación ya no informa de los autobuses que van al Park Güell, con el objetivo de evitar que los turistas los masifiquen y los vecinos se queden fuera. Y, hace poco, sus imágenes satelitales han servido para documentar la destrucción sistemática de barrios enteros en Gaza, lo que convierte a Google Maps en un poderoso testimonio del genocidio gazatí.

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