La lectura de artículos dedicados a Paco González Ledesma ha despertado en mí nuevos recuerdos de cuando trabajé en su sección. Un día, ‘periquito’ como era, alguien le llevó una camiseta del Espanyol. No dudó en quitarse la que llevaba y quedar a pecho descubierto, con asombro de los redactores que no sabían qué se proponía, hasta que se la enfundó.
Otro día estábamos solos en la sección por ser la primera hora de la tarde de un domingo. Aquella semana en La Vanguardia estrenábamos Informática, tecnología en la que me superaba en torpeza, aunque pueda parecer increíble. Quiso ver las noticias de EFE y al cabo de un rato de hacer pruebas, al darle a un botón comenzaron a descargarse como quien baja una persiana a toda velocidad, sin que nuestra vista alcanzara a leerlas. Paco gruñó: «Yo no estoy dispuesto a trabajar así», en medio de las risas de un compañero que acudió a socorrernos.