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Libertad e Igualdad

05 abril 2024 18:21 | Actualizado a 06 abril 2024 07:00
Cándido Marquesán
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Es muy frecuente por nuestra clase política y los medios de comunicación el uso de palabras que además de biensonantes resultan incuestionables para el público: libertad, igualdad, desarrollo, modernización, liberal, progresista, competitividad, crecimiento, reformas, democracia, etc. Podríamos poner otras, aunque no muchas más, ya que los políticos repiten casi siempre las mismas.

El control del lenguaje ha sido siempre instrumento de dominación. El capitalismo neoliberal sólo profundizó prácticas anteriores. El lingüista alemán Uwe Poerksen en su libro de 1988 Palabras plásticas: la tiranía de un lenguaje modular documentó cómo se impuso sobre el habla vernácula (común) la tiranía de un lenguaje modular formado por las que llama palabras plásticas.

Pero no debemos olvidar que en numerosas ocasiones al amparo o con la excusa de la libertad o la igualdad se han cometido muchos desmanes

Palabras huecas, vacías, de plástico, sin sustancia, que han sido alteradas en su significado y empobrecidas en su contenido para usarlas como simples módulos de ensamblaje, que se ajustan a cualquier discurso, relato, necesidad, solución de problema o justificación de un atropello. Son contorsiones semánticas para ocultar y deformar los hechos políticos, sociales y económicos de cualquier sociedad.

Alf Ross, un jurista escandinavo, en su libro ¿Por qué democracia?, de 1952, decía de la libertad que «difícilmente haya otra palabra utilizada tan extravagantemente, tan ensalzada y loada, pero que al mismo tiempo sea tan carente de un significado claro y preciso.

Libertad es una de esas palabras sonoras cargadas de sugestión, a las que se recurre más bien para despertar sentimientos en el ánimo que pensamientos en la cabeza».

La ‘igualdad’ es otra de esas grandes palabras que aparece también con frecuencia en las obras de filósofos, pensadores y políticos, aunque es un término que ofrece todavía mayores dificultades a la hora de su conceptualización.

Cuando nuestra clase política usa y abusa de esas palabras de plástico, ¿saben realmente lo que dicen? Me temo que no. ¿Y entonces por qué las utilizan? Porque saben que nadie las va discutir.

¿Quién va a estar en contra de la libertad, de la igualdad...? Y si alguno tiene la osadía de criticarlas, será sometido a furibundos ataques. Pero no debemos olvidar que en numerosas ocasiones al amparo o con la excusa de la libertad o la igualdad se han cometido muchos desmanes. Milei con ¡Viva la libertad, carajo! Y en los ‘socialismos reales’ con el pretexto de la igualdad.

Una cierta igualdad material mínima sería una condición para el ejercicio efectivo de la libertad y para la consolidación de un régimen democrático

Para clarificar ambos conceptos de libertad e igualdad recurro a Bobbio. Vincula democracia con libertad, lo cual quiere decir que la democracia es la forma de gobierno que de mejor manera consagra, protege y promueve la libertad de las personas en sus diferentes modalidades. Entre esas libertades: la de pensamiento, de expresión, de reunión, de empresa, de asociación.

Mas, ¿qué pasa con la igualdad, en concreto con la igualdad material, esto es, con la igualdad en las condiciones de vida de las personas? ¿Es la democracia una forma de gobierno adecuada para conseguir no sólo sociedades más libres, sino también más igualitarias?

Considera pertinente y posible demandar de la democracia un compromiso, a la vez que con la libertad, con una mayor igualdad en las condiciones materiales de vida de la gente, o sea, le parece adecuado pedir a la democracia no sólo la preservación y el desarrollo del régimen de libertades que la hacen posible, sino también una cierta voluntad igualitaria en el sentido de utilizar el poder del Estado para contribuir a reducir las desigualdades materiales más manifiestas e injustas, así no más sea porque la presencia en una sociedad cualquiera de tal tipo de desigualdades puede tornar enteramente ilusorio y vacío, para quienes las padecen, el disfrute y ejercicio de las propias libertades.

«La libertad, pues, y a la larga, no podrá subsistir sin igualdad». Según esa idea, la igualdad no sólo no es un ideal incompatible con la libertad, sino, todo lo contrario, una cierta igualdad material mínima sería una condición para el ejercicio efectivo de la libertad y para la consolidación de un régimen democrático.

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