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Un cónclave es cuestión de fe... y paciencia

Fumata negra. Tras dos horas de deliberación, la primera sesión del cónclave finalizó este miércoles sin un candidato claro.
Las votaciones continuarán este jueves en la Capilla Sixtina

07 mayo 2025 20:22 | Actualizado a 08 mayo 2025 10:49
Se lee en 2 minutos
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Fumata negra. Se hizo de rogar, pero como era esperable, será necesario aguardar un poco más para conocer el nombre del próximo Papa. Sólo en tres ocasiones, desde 1216, se ha escogido a un Sumo Pontífice en el primer día de votaciones. La última vez, en septiembre de 1276. Y era el tercer cónclave ese mismo año.

Aunque la duración media de los cónclaves en el siglo XXI es de dos días, y en el siglo XX fue de cuatro, la elección de un Papa es un proceso impredecible. Es, de hecho, una cuestión de fe. Lo es, sin duda, para los fieles católicos que ponen sus esperanzas en que el Espíritu Santo sople sobre los cardenales para escoger al próximo pontífice. Pero también lo es para los no creyentes.

Medios y vaticanistas tratan –tratamos– de dilucidar estos días alianzas, estrategias, candidatos y pactos secretos, con el objetivo de adivinar al próximo líder de la Iglesia Católica. Se han hecho listas de papables –Parolin, Tagle, Pizzaballa, Tolentino, Prevost...–, quinielas, encuestas y hasta videojuegos para conformar una lista de candidatos, como si de una alineación de fútbol se tratara. Los favoritos de las casas de apuestas son Parolin, Tagle y Zuppi: 3,25 euros para el primero, 3,77 para el segundo y 6,70 para el tercero. Hay quien incluso se aventura a predecir un nombre u otro. Pero incluso los análisis más sesudos e informados no son más que eso: predicciones. Pronósticos. Vaticinios. Un salto de fe.

En realidad, este jueves, o en los próximos días, puede suceder casi cualquier cosa. Técnicamente, cualquier varón bautizado podría ser el próximo Papa. Es esperable, sin embargo, que el siguiente Papa sea elegido antes que acabe la semana, que tenga menos de 80 años, y que sea uno de los 133 cardenales electores. Seis de ellos españoles. También es de suponer que sea un cardenal nombrado por Francisco, ya que 68 de los purpurados fueron creados durante su pontificado. Pero, de nuevo, todo es posible.

En cuanto a la tendencia del próximo Papa, sería naíf pensar que estos días en la Capilla Sixtina no tienen un papel el factor humano, la política o la ideología, por lo que se pueden hacer algunas elucubraciones. Pero el colegio cardenalicio no es un parlamento, ni la iglesia un organismo político... Y lo cierto es que, sea quien sea el próximo pontífice, no es esperable que cambie demasiado a la iglesia universal. No en vano, aunque los últimos tres Papas han sido bien distintos en estilos y formas, no han distado mucho en doctrina ni dogma.

Un proceso histórico

En resumen, que tras el primer día de cónclave, la identidad del próximo Papa sigue siendo un misterio. Sabemos lo mismo que ayer por la mañana, antes de empezar la votación: nada. Intentar saber quién será el sucesor de Francisco, sigue estando en el terreno de la fe.

Lo único seguro es que, ayer, 133 cardenales –el mayor número de la historia–, procedentes de 70 países –otro récord–, iniciaron el proceso para escoger al próximo pastor de 1.400 millones de católicos. También que la ceremonia y la ciudad –quanto sei bella Roma– dejaron un espectáculo visual único, impresionante para cualquier espectador, crea en lo que crea.

Por la tarde, los cardenales, vestidos de blanco y púrpura escarlata, procesionaron hasta la Capilla Sixtina al son de las letanías de los santos, tras haber celebrado por la mañana la tradicional misa pro eligendo Papa. Después, ante El Juicio Final de Miguel Ángel, los electores prometieron, se obligaron y juraron mantener el secreto de la elección y a servir fielmente en el ministerio de Sumo Pontífice, en caso de ser elegidos. Finalmente, el esperado «extra omnes», todos fuera.

Los cardenales permanecieron aislados del mundo, en oración, para votar. Tras escribir el nombre de su candidato en un papel, uno a uno se acercaron a una urna para depositar su voto, diciendo su nombre en alto. Luego, se realizó un recuento minucioso de las papeletas, supervisado por diversos purpurados. Y a las nueve en punto, tras una larga espera de dos horas, y millones de personas mirando por televisión e Internet una pequeña chimenea y una juguetona familia de gaviotas... Fumata negra.

Y, de nuevo, espacio para la fe.

$!Un cónclave es cuestión de fe... y paciencia
El humo negro emergió de la chimenea de la Capilla Sixtina a las nueve de la noche. FOTO: EFE
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