El Tiempo
Estado Carreteras
Whatsapp
Encuesta
Directorio Empresas
La arquitectura, el diseño y la construcción de edificios tienen repercusión en el cambio climático con hasta un 40% de la energía consumida y un 36% de las emisiones de dióxido de carbono. Así se advirtió desde la Unión Europea en un estudio del 2014. En torno a esta información, la Confederació de Tallers de Projectes d’Arquitectura (CTPA), formada por profesores y estudiantes de las seis escuelas de arquitectura catalanas se ha reunido en cuatro ocasiones para intercambiar información relacionadas con el urbanismo sostenible. La quinta se está desarrollando desde ayer en la Escola Tècnica d’Arquitectura (ETSA) de la Universitat Rovira i Virgili (URV) en Reus.
Ayer por la noche, en el último piso de la ETSA, casi 200 personas habían reorganizado el aula de forma estratégica para crear su búnker de reflexión por dos días: tiendas de campañas, camas creadas con lonas atadas a las mesas, un espacio para saltar a la comba... Un camping hecho con los mínimos recursos posibles y ecofriendly para vivir el Climathon, una maratón de debate con el clima como epicentro. Alumnos de la URV, la Universitat Politècnica de Barcelona y el Vallès, La Salle, el Institute for Advanced Architecture of Catalonia y la ESARQ de la UIC interactuaban entre ellos en un ambiente festivo.
«Queremos conocer como cambia nuestro papel frente al reto del calentamiento global», explicaba Arturo Frediani, director d’ETSA. Y es que la movilidad sostenible, el uso responsable de materiales, un urbanismo planteado des de la densidad urbana y unos edificios energéticamente eficientes serán su gran ocupación de debate.
«Hay que crear un debate para lograr modificar el plan de estudios de las escuelas de arquitectura. Que los alumnos al acabar su carrera sepan qué es esto del cambio climático y como pueden hacer proyectos sostenibles», explicaba Jaime Valle, profesor de la UIC, añadiendo que la victoria de este Climathon sería «que los rectores de las respectivas escuelas signen el manifiesto de Reus». Un manifiesto que se presentará este domingo e incorporará las medidas concretas para cambiar el plan de estudios e incorporar en la docencia asignaturas referentes al cambio climático trabajadas durante las jornadas.
«Tenemos las bases de una construcción sostenible y es nuestro reto conseguir que se implante», hablaban en corrillo unos alumnos de la ESARQ, de segundo de arquitectura, animado por la actividad.
Y entre un ambiente mestizo entre el ingenio y la festividad, el centenar de participantes intercambiarán información relacionada con los labores de los distintos talleres de proyectos de urbanismo que se desarrollan actualmente y trabajaran sobre 18 temas correspondientes a tres ejes que de alguna forma pueden contribuir a resolver los retos arquitectónicos en el contexto de la crisis climática: temas como ciudades paisaje, medio natural, técnicas y las necesidades arquitectónicas y de que elementos de la arquitectura pueden tener continuidad y cuales piden una respuesta distinta.
El casco antiguo, ejemplo a seguir
Uno de los ejemplos urbanísticos a seguir sería la estructura del casco antiguo de Reus. «Es una zona con bastante vida y de fácil acceso a pie, al igual que la Part Alta de Tarragona», reflexionaba Frediani.
Según el director de la ETSA, el urbanismo preindustrial tiene unas características interesantes en la línea de sostenibilidad, que se han ido perdiendo con el contexto moderno, «herencia de nuestros padres y madres» ¿Cómo replantearlo? «Con barrios muy compactos, donde no necesites utilizar el coche y puedas comprar, trabajar y dormir en el mismo barrio», resumió.
Quinta edición del encuentro
Este es la quinta vez que se organiza un encuentro de la Confederació de Tallers de Projectes d’Arquitectura (CTPA). Las anteriores ediciones se habían realizado en la UPC de Barcelona y Sant Cugat, dónde se elaboraron estudios de las rondas de Barcelona y se abordó la creación de las ‘supermanzanas’: unidades urbanas constituidas por la suma de diversas manzanas de casas donde se pacifican las calles para recuperar espacio público para los peatones, se limita el tráfico motorizado y se da prioridad a la movilidad sostenible y al espacio compartido, verde y seguro. Su finalidad; recuperar la calle para las personas. El Ayuntamiento de Barcelona las implantó en 2016 en el distrito de Sant Martí.
