El cambio de gestión del hospital de Reus

 Sanidad | La sociedad Hospital Sant Joan ha recorrido un camino de luces y sombras que finaliza el miércoles con su venta al CatSalut

20 julio 2020 07:40 | Actualizado a 20 julio 2020 08:06
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La semana pasada escribía sobre el fin a una década de polémicas entorno a La Sedera con el inicio de las obras de construcción de un Mercadona. También repasaba cómo había cambiado el modelo comercial y de consumo impulsado por estas grandes superficies. Pues bien, esta semana toca hablar de otro desenlace, eso sí, muy distinto.

Se trata del punto y final a la gestión del Hospital Sant Joan de Reus por parte del Ayuntamiento. Tras algunas dudas iniciales, el miércoles se firmará el traspaso del centro hospitalario a la Generalitat. Para los nacidos en la generación del 80, el modelo sanitario actual es el único que hemos conocido. Fue en aquella década, precisamente, cuando se puso en marcha la sociedad Hospital Sant Joan con el objetivo de salvar a un hospital que agonizaba.

El reto se superó con nota. Tanto que, años más tarde, la fórmula se extendió a otros municipios mediante la sociedad Sagessa, encargada de gestionar una amplia red asistencial en las comarcas del sur de Catalunya. Fue la época dorada de un modelo que permitió a Reus ejercer la definida como capitalidad sanitaria. Además, su sistema se replicó en la ciudad propiciando la creación del holding municipal Innova.

La venta del hospital libera al consistorio de pagar la deuda que arrastra su construcción

Adentrados ya en el siglo actual, el entramado sanitario se resquebrajó por culpa de la crisis económica y seguida por el estallido del caso Innova. Aquí empezó su etapa más crítica que derivaría en una situación insalvable. De hecho, tanto Sagessa como el hospital han sido noticia de forma constante estos últimos años por los recortes, las protestas de los trabajadores, los cambios en el modelo de financiación o las tensiones territoriales.

Y todo ello sin olvidar unos números rojos que, año tras año, se repetían al cierre de las cuentas del Sant Joan a consecuencia de un déficit de unos tres millones de euros imposibles de revertir. En este punto, los últimos gobiernos se han mostrado incapaces de hallar una solución hasta tomar la determinación de desvincularse del equipamiento antes de que afectase las arcas municipales. Un proceso que no se cierra hasta este año y con una fórmula (la venta) al principio impensable.

Como ha ocurrido a lo largo de su historia, el desenlace también aguarda cosas negativas y positivas. En el primero de los casos está la evidente pérdida de patrimonio (el edificio será propiedad del CatSalut) y de liderazgo sanitario a través de un modelo propio.

Por otra parte, la venta supone un auténtico balón de oxígeno financiero para el consistorio. La operación no sólo hace desaparecer el déficit existente, sino que también elimina la deuda millonaria que arrastraba la construcción del edificio. Además, en su día ya se cifró en 53 millones la rebaja que la venta del hospital supondría en el endeudamiento del Ayuntamiento con los bancos. Por no hablar de la recuperación de los polémicos terrenos de Pich Aguilera que se utilizaron para avalar la construcción del equipamiento del Tecnoparc o la reducción del millar de trabajadores que dejará de tener el grupo de empresas municipales de la ciudad. En definitiva, un nuevo escenario que ahora se abre y que, al final, será valorado por sus pacientes y la atención que reciban.

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